"No he de callar por más que con el dedo, ya tocando la boca o ya la frente, silencio avises o amenaces miedo." Don Francisco de Quevedo.

BARRA DE BUSQUEDA

miércoles, 30 de mayo de 2012

LIBERTADES Y DERECHOS HUMANOS: Por Miguel Ayuso.


 
Miguel Ayuso, es autor de numerosísimos artículos y libros, catedrático de Derecho Constitucional, juez militar y antiguo letrado del Tribunal Supremo, presidente de la Unión Internacional de Juristas Católicos, secretario de la gran revista Verbo e irrebatible genio de la dialéctica.
 
Chesterton, con su asombrosa capacidad para expresar en frases marmóreas los pensamientos más escurridizos, sentenció que «cuando el hombre pierde la fe acaba creyendo las cosas más insospechadas» (1), El «boom» del espiritismo, la eclosión de la parapsicología y el gnosticismo, la difusión del orientalismo, la multiplicación —en fin— de las sectas hasta extremos tan llamativos que han hecho alzar voces de preocupación en el seno de las sociedades pluralistas y liberales, confirman ampliamente el aserto del paradojista inglés.

 Ciertamente, la existencia de Dios se deduce incluso —lo explicó en un libro notable Cornelio Fabro ( 2 )— de las estructuras ideológicas que lo niegan, de modo tal que es comprobable la coincidencia de las conclusiones así obtenidas con las genuinas afirmaciones de la ciencia y de la cultura, del más profundo pensamiento y de la auténtica experiencia. Dios existe de una manera inexorable en la naturaleza, en la historia y en la conciencia de cada uno; por lo que la religión resulta tan necesaria al hombre —sin Dios no puede vivir— que, cuando le da a conciencia la espalda, por lo mismo inventa ídolos a los que hace objeto de su culto.

 Y esto, que es observable en el plano comentado, es idénticamente predicable de otros sectores: así, la mente tiene tal necesidad de los «universales» que, cuando se deja seducir por el nominalismo o el empirismo, construye nuevos «universales» —a los que, desde luego, no denomina así—, aunque sin contacto con la realidad, lucubraciones a las que se adhiere con fe indiscutible y cuasi-religiosa. Son los mitos. Debemos al profesor Rafael Gambra un entendimiento muy profundo de este fenómeno paradojal —un ideologismo abstracto nacido precisamente de la negación del intelecto con fundamento in re—:

 «El hombre de hoy trabaja sobre números, sobre esquemas y planes abstractos mucho más que sobre la realidad existente y diferenciada. En nombre de teorías igualitarias o de uniformismos legales, el hombre actual ha olvidado o destruido realidades y ambientes milenarios; ha arrasado diferencias, jerarquías y costumbres que constituían el ámbito de la vida y de la auténtica libertad de los pueblos. Ejemplos de estos conceptos hoy todopoderosos y de validez universal son la Democracia, la Igualdad, la Evolución, el Progreso, el Aggiornamento, el Humanismo… Y como anticonceptos absolutos; la reacción, las clases, las diferencias, la discriminación, el paternalismo, la aristocracia…»(3).

 Uno de estos mitos que nuestra época ha deificado —y nos aproximamos al tema de nuestra ponencia— es el de los llamados «derechos humanos», talismán bendito a cuyo nombre se abre toda puerta, cesa toda disputa, declina toda discrepancia.

 Esta primera observación no carece de trascendencia para el posterior discurrir de nuestras reflexiones, no es arbitraria o gratuita su inclusión en el atrio de esta disertación. Señala con claridad, ya desde el principio, que el papel que los «derechos humanos» desempeñan en el universo conceptual contemporáneo, y en los ordenamientos jurídicos que los consagran, es político cuando menos —y simbólico lo más—, pero nunca propiamente jurídico (4).

 Por eso, aun cuando serán frecuentes en las palabras que van a seguir las calas de filosofía jurídica, así como las referencias críticas de textos y autores provenientes del mundo del Derecho, el palenque fundamental en el que va a debatirse la cuestión no es preferentemente jurídico, sino ideológico o político. El análisis, por tanto, sólo marginalmente se va a ocupar de las cada vez más patentes fallas que evidencia el human-rights talk a los ojos tanto de la escuela inglesa de filosofía del lenguaje, como del realismo jurídico escandinavo (5) o del iusnaturalismo clásico relanzado en este ámbito por la obra de Michel Villey (6). Y, en cambio, va a centrarse en la valoración del puesto que ocupan los «derechos humanos» en el panorama de la ideología configuradora del mundo moderno.

 En este sentido, y de acuerdo con lo anterior, adquiere un significado más nítido la inclusión del tema que me ha sido encomendado dentro del orden general del programa de la reunión. En una primera aproximación se trata de ilustrar el tránsito que lleva de un modo de entender la libertad a otro radicalmente distinto. Pues al enunciar libertades y derechos humanos, en cierta manera estamos copulando —desde el ángulo de la filosofía política—términos opuestos. Pero también podría entenderse la rúbrica a que se acogen estas palabras de un modo distinto, como términos sinónimos dentro de un proceso que ha reducido el sentido de la libertad a la salvaguarda de los derechos humanos. De modo tal que no cabe hablar de Constitución o Estado de Derecho —y ambos conceptos, entendidos según el Derecho Político dominante, son suficientes para exorcizar cualquier doctrina y para asegurar que se respeta la libertad— sin efectiva tutela de aquéllos. Hasta el punto de que son, a menudo, empleadas indistintamente como expresiones mágicas, tanto la voz «derechos humanos» como la de «libertades públicas».

 Según la primera de las visiones —que quien les habla encuentra preferible a la oficial del democratismo— se contraponen dos modos de concebir la libertad. Por un lado, la que concreta la libertad en diversas libertades; y, por otro, la que rinde culto a la Libertad, así, abstracta y con mayúscula, en nombre de la cual se enunciaron por primera vez los derechos del hombre, sin que haya cambiado ese primer fundamento. Marcel de Corte ha acertado a plasmar la disyunción en sus caracteres más radicales:

 «Siendo abstracta (la Libertad), lo concreto le repugna; siendo imaginaria, lo real le atormenta; hallándose enteramente en el Yo, emprende una lucha a muerte con quienquiera le resista y no le resulte idéntico» (7).

 Pero quizás ha sido el profesor Elías de Tejada quien con mayor profundidad y penetración se ha ocupado del tema (8). Su aportación principal ha sido destacar que lo que diferencia la libertad abstracta de las libertades concretas es mucho más que una positura política o siquiera que cierta contraposición antropológica. Lo que envuelve esta dualidad es nada menos que el abismo que media entre el iusnaturalismo protestante, de una parte, y el católico, de otra.

 Pero la oposición radical de que nos estamos ocupando puede ser presentada y articulada, además, de diferentes modos. En primer lugar, y aunque quizá no obedezca de un modo completamente exacto a la caracterización de Benjamin Constant, padre del liberalismo doctrinario, es comparable a la que separa la libertad de los antiguos de la libertad de los modernos (9). Es, en segundo lugar, la que existe entre la libertad en una sociedad tradicional y la libertad en una sociedad de masas (10). En aquélla la libertad se entiende cómo un servicio dentro de un orden, dentro del cual se sitúa amorosamente el hombre. En ésta supone una reclamación constante frente al aparato coercitivo que quiere asfixiarle. Pero habrá ocasión de referirse a ese aspecto con mayor amplitud más adelante. 

(1) Esa frase es, quizás, uno de los presupuestos desde los que cobra vida la abigarrada y rica obra chestertoniana. Piénsese, por ejemplo, en algunas de las páginas más brillantes de Orthodoxy o Heretics y se podrá comprobar la veracidad del aserto. CFR. Miguel AYUSO: «Chesterton, caballero andante», en Verbo (Madrid), nüm. 249-250 (1986), págs. 1.229-1.254.
(2) Cfr. Cornelio FABRO : Dios. Introducción al problema teológico, Madrid, 1 9 6 1 ; cfr., también, Augusto DEL NOCE: II problema dell'ateismo. Il concetto dell'ateismo e la storia della filosofia come problema, Bolonia, 1 9 6 4 ; José GUERRA CAMPOS: Lecciones sobre ateísmo contemporàneo, Madrid, 1978.
(3) Cfr. Rafael CAMBRA: «Método racional», Verbo (Madrid), número 53 (1967), págs. 223-226. Una buena parte de la obra del profesor Gambra, en conexión con su anti-rarionalismo básico, ha girado en torno de las consecuencias psicológicas producidas por las transformaciones del mundo y la cultura contemporáneos. Cfr. el artículo que le dedica Gonzalo DÍAZ DÍAZ: Hombres y documentos de la filosofía española, III (E-G), Madrid, 1987, págs. 342-345.
(4) Algún sector de la iusfilosofía —incluso desde puntos de vista divergentes de los que aquí se sostienen— ha afirmado el carácter político y no técnico de los derechos humanos en el panorama conceptual contemporáneo. Cfr. Gregorio ROBLES: «Análisis crítico de los supuestos teóricos y del valor político de los derechos humanos», Rivista Internazionale di Filosofía del Diritto (Roma), julio-septiembre de 1980, págs. 480 y sigs. Para una referencia de carácter más general, cfr. Jesús VALDÉS Y MENÉNDEZ VALDÉS: «Derechos naturales, "Derechos humanos". Panorama crítico», Verbo (Madrid), núm. 199-200 (1981), págs. 1.253-1.274. También es conocida la posición que atiende preferentemente al aspecto moral del contenido objetivo que hoy se expresa con la denominación de derechos humanos. Cfr. Juan VÁLLET DE GOYTISOLO: «El hombre, sujeto de la liberación. Referencia a los denominados "derechos humanos"», Verbo (Madrid), núm, 253-254 (1987), págs. 335-360. También podemos citar a este respecto algún texto de JUAN PABLO II: «Alocución del Romano Pontífice a los obispos de las regiones eclesiásticas XII y XIII de los Estados Unidos, en visita "ad limina apostolorum"», L'Osservatore Romano (edición española) de 22 de enero de 1989, págs. 15 y 16: «Lo que Cristo y su Iglesia recomiendan no es la mera defensa externa de los derechos humanos ni la mera defensa de derechos humanos hecha por organismos y estructuras al servicio de la comunidad —aunque sean muy útiles y providenciales—, sino el compromiso de darle a cada uno su lugar en la comunidad, De este modo se aseguran los derechos de todos por medio de .una gran estructura de relaciones propiamente humanas y cristianas en las cuales la caridad de Cristo está en el centro, y en la cual la justicia humana está "corregida por el amor"».
(5) Cfr. Alberto MONTORO: Sobre la revisión crítica del derecho subjetivo desde los supuestos del positivismo lógico, Murcia, 1983.
(6) Cfr. Michel VILLEY: Leçons d'Histoire de la Philosophie du Droit,París, 1962; La formation de la pensée juridique moderne, Paris, 1968; Seize essais de Philosophie du Droit, Paris, 1969; Philosophie du Droit (2 tomos), París, 1975 y 1979; Le droit et les droits de l'homme, Paris, 1983; Questions de Saint Thomas sur le droit et la politique, Paris, 1987. Una síntesis del planteamiento del maestro recientemente fallecido podemos encontrarla en Guy AUGE: «El derecho natural en la Francia del siglo xx», en el volumen El derecho natural hispánico, Madrid, 1973, págs. 231-262. Más ampliamente en Droit, Nature, Histoire. Michel ViUey, Philosophe duDroit, AIX-Marsella, 1985.
(7) CFR. Marcel DE CORTE: L'homme contre lui-même, París, 1962,pág. 56.
(8) Cfr. Francisco ELÍAS DE TEJADA: «Libertad abstracta y libertades concretas», Verbo (Madrid), núm. 63 (1968), págs. 149-166; «Construcción de la' paz y asociaciones intermedias», en el vol. Derecho y Paz, Madrid, 1968, págs. 71-95; «Los fueros como sistemas de libertades políticas concretas», Arbor (Madrid), núm. 93-94 (1953), págs. 50-59.
(9) Cfr. Benjamín CONSTANT: De la liberté des anciens comparée à celle des modernes (1819), reimpreso en su Cours de politique constitutionelle, II, París, 1861. Se han ocupado de aspectos relacionados con la anterior temática, por ejemplo, Friedrich A. HAYEK: LOS fundamentos de la libertad, Madrid, 1975; Angel LÓPEZ-AMO: El poder político y la libertad. La Monarquía de la reforma social, Madrid, 1 9 5 7 ; Erik R . VON KUEHNELT-LEDDIHN: Liberty or eqmlity. The challange of our time, Idaho, 1 9 5 2 .
(10) Cfr. Ratfael GAMBRA: «La libertad en la sociedad tradicional y en la sociedad.

lunes, 28 de mayo de 2012

LOS CRISTIANOS Y EL YOGA: Por M. Basilea Schlink.

El Yoga está puesto hoy, en medida creciente, en el centro del interés en nuestros países occidentales. Muchos lo recomiendan como la solución en el desierto espiritual y religioso, que se extiende como consecuencia del racionalismo, materialismo y ateísmo. Pero su origen está en la India y tiene sus raíces en el Hinduismo. Con esto el Yoga no es un concepto uniforme, sino sus apariencias abarcan una paleta policroma de métodos, ejercicios y prácticas de vida, hasta llegar a fines espirituales y religiosos. A este cuadro multicolor corresponde hoy en día en el Occidente, de hombres de todas las edades y capas sociales y por motivos muy diferentes. Sólo en Alemania se estima haya actualmente unos 300.000 practicantes.

Una forma especial entre las distintas escuelas de Yoga constituye la “Meditación Trascendental” que también se llama “Ciencia de la Inteligencia Creadora”. En su origen era una derivación del Mantra-Yoga mágico. Este movimiento recibió su cuño especial por su expansión entre los Occidentales. En años recientes, se calculaba un millón de adeptos occidentales. El fundador y líder Maharishi Yogui, quien hizo viajes a los Estados Unidos de América, Inglaterra y Alemania, presenta un verdadero plan mundial: saliendo de una cantidad determinada de centros, -estimado en uno para cada millón de la población mundial-, se deben difundir la meditación trascendental y la ciencia de la inteligencia creadora, según el sistema de la “Bola de Nieve”, (Esto quiere decir que cada uno que ha sido introducido en la meditación trascendental, tiene la obligación de comunicarla a otros).

El Yoga en sus diversas formas está en el mejor camino para conquistarse literalmente a Europa y, a menudo, también a círculos cristianos. Sin embargo es significativo que, como informantes hindúes lo señalan, en la India sólo le toca hoy un papel de poca importancia. Allá los hombres han reconocido muchas veces, que ellos no consiguen con el Yoga lo que anhelan en su desesperada situación. Los cristianos de la India rechazan por lo tanto en la forma más categórica una combinación del Yoga con el cristianismo. El hecho de que esta doctrina echa raíces en nuestro anteriormente cristiano Occidente, nos dice que propiamente el Occidente en gran parte se encuentra en la apostasía y en la rebelión contra Cristo; y demuestra que esta doctrina en su carácter, es anticristiana.

¿Que es el yoga?

El Yoga en el sentido del hinduismo es un grupo de métodos que, con la ayuda de la Ascesis, Ejercicios corporales, Respiratorios y de Meditaciones, debería liberar el alma humana de todo lo terreno. Esta liberación aspirada tiene un doble significado: No se piensa solamente en la existencia individual del hombre que practica el Yoga, sino principalmente en el ciclo de las reencarnaciones, también llamadas transmigraciones del alma. El alma no purificada del hombre, según la antigua doctrina hindú, tiene que entrar siempre de nuevo en un seno materno, y nacer de nuevo, obligado por su “Karma”, es decir su acción anterior. Sólo cuando logra purificarse por su propia fuerza, llega a la redención y con ella a la liberación de cualquier reencarnación. La redención significa al mismo tiempo la comprensión de que el alma individual (Atman) en último término es idéntica con el alma mundial (Brahman). Por tanto la base del Yoga indio es la concepción que cada alma, por su naturaleza y sustancia, está unida en lo más profundo, con lo divino. Aquí está la tentación secreta del Yoga: Enseña la deificación del hombre. El hombre, para él, no es la imagen de Dios, dañada por el pecado original, sino Dios mismo.

Las diferentes escuelas del Yoga se distinguen entre sí sobre todo por la elección de los ejercicios. El Hata Yoga da mucha importancia a las técnicas puramente corporales, por ejemplo a la purificación del canal intestinal del estómago, a ciertas posiciones (Asanas) y a la técnica respiratoria (Pranayama). Con la última se trata principalmente de hacer la respiración arbitrariamente más lenta. Esto lleva, según la experiencia, a un retardo de los pensamientos y a un vacío artificial de la conciencia.

Otras escuelas prefieren técnicas más meditativas, por ejemplo el Mantra Yoga, que trabaja con repeticiones de mantras en alta o baja voz o en silencio. Estos mantras son fórmulas mágicas que muchas veces no tienen significado lingüístico o gramatical, por ejemplo el Mantra OM. Deben expresar inmediatamente fuerzas originales divinas o cósmicas, por ejemplo, los dioses Vishnu, Shiva o el alma mundial Brahman mismo. Por la repetición incesante de las fórmulas los hindúes creen identificarse con los poderes que ellas representan. El hombre con esto no se acerca más humildemente a su Creador, sino que trata por medio del mantra de realizar su identidad escondida con Dios, y esto con una divinidad pagana.

La mayoría de las escuelas del Yoga en el Occidente están hoy bajo la influencia del Hata Yoga. Los ejercicios enseñados allá deberían fortalecer sobre todo el cuerpo, mantener elásticas las articulaciones, purificar los órganos, tranquilizar los nervios y con ello ayudar al hombre a llevar una vida armónica, para que salga tanto mejor de la lucha moderna por la existencia. Muchas veces se empiezan tales cursos de Yoga ya con niños. De la liberación del alma del círculo de las reencarnaciones se habla raras veces en las escuelas occidentales del Yoga, tanto más del éxito en el mundo. Este cambio del Yoga en el Occidente tiene como consecuencia, que equivocadamente se le toma por una especie de deporte o de gimnástica. El principiante siente también a veces al comienzo algunos efectos de relajación, puede aguantar más fácilmente situaciones extremas de “estrés”. Estas experiencias iniciales con el Yoga occidental, que muchas veces son solamente aparentes, seducen a mucha gente a ligarse más estrechamente al Yoga y a penetrar más profundamente en su doctrina. Con esto se atrae a muchos que luego caen en la trampa.

Pero hay algo sumamente importante: estos ejercicios corporales, son relativamente inseparables de otros aspectos espirituales. Necesariamente también inserta el espíritu del hombre. Como propios iniciadores están detrás de los cursillos Yoguis, formados en el Yoga del hinduismo indio, que tienen un plan preconcebido de conducir a los discípulos al Yoga indio. Por ello no puede ser de otra manera, que el camino inmediato de los ejercicios físicos, respiratorios y de relajamiento, lleve a otros ejercicios del conocimiento de sí mismo y de la técnica del dominio del espíritu y del alma. Esto se hace por una especie de ascesis y técnica de salvación que al final lleva a la religión hindú pagana.

Con esto tenemos la respuesta a la pregunta puesta muchas veces, de que no se puede separar el método del Yoga del hinduismo. Lo que se practica aquí en países del Occidente no es sólo una gimnástica favorable a la salud. Quien piensa esto es víctima de un engaño. Porque los ejercicios del Yoga no se pueden separar, en último término, y como muchas veces se ha afirmado, de conceptos especiales del hinduismo, del mundo espiritual oculto que está detrás de él. Esto dicen hasta promotores del Yoga muy abiertamente.

El Hata Yoga, aparentemente inocuo y no religioso, en el cual se trata de hacer consciente al hombre de sus fuerzas físicas, es, con sus ejercicios físicos que se enseñan en cursos de gimnástica, la preparación para “el camino real” del Raya Yoga. Ciertos aspectos del pensamiento hindú tienen que aceptarse también en el Hata Yoga. Los ejercicios aparentemente gimnásticos están orientados espiritualmente, tienen efectos espirituales. Esto se hace evidente por sus nombres tales como “Sede del perfecto”, o “La posición heroica”, la “Sede del loto”, etc. Con el Hata Yoga no sólo se activan ciertas partes del cuerpo y de los miembros, sino también se causan efectos sobre órganos internos y glándulas, y, del otro lado, sobre ciertos centros de nervios.

¿Cuáles son los objetos finales internos del Yoga? Si bien las diferentes escuelas del Yoga tienen sus doctrinas especiales, se trata en el Yoga “clásico” en primer lugar de descubrir “a sí mismo”, lo esencialmente puro y divino en el hombre, por lo tanto, a Dios en el hombre. Según la fundamental doctrina del Yoga se afirma que la naturaleza –especialmente la naturaleza humana- en el fondo es buena y valiosa. Todos los Yoguis creen en sí mismos como un Dios o parte de la divinidad. Por eso los “Gurúes”, que son los líderes, que propagan esta doctrina, tiene una influencia tan inmensa, como también lo vemos hoy en el mundo occidental, porque ellos son tomados como divinidades personificadas y sacan provecho de esta su autoridad. Entonces el hombre puede postrarse, incluso, delante de un joven de 17 años.

¿Por qué camino ahora, mediante el Yoga, se quiere encontrar a Dios en sí mismo, el “yo” originario, lo divino en el hombre? ¿Y liberarlo, ya que, para decirlo así, solamente está cautivo? El camino es el vaciarse enteramente a sí mismo, para lo que ayudan también otros ejercicios corporales, para abrirse así a las “fuerzas del universo”. Entonces el hombre podrá unirse con las fuentes de la fuerza que están en todas partes del universo, por ejemplo, en el aire, en el agua y en la alimentación. Así el hombre mismo debe hacerse Dios, esto quiere decir, debe “elevarse” a su estado original, sin mancha inocente, y llegar a ser un “superhombre”. Con ello alcanzará, así se mantiene, el fin aspirado: Felicidad, una total armonía, el estado de conciencia más alto que lleva al ser divino.

Yoga es, por lo tanto, según su esencia, ¡La redención de sí mismo! Pero al tratar de liberar el alma individual de su presunta cautividad y al cultivarla como algo aparentemente bueno, enaltece en verdad el “Ego” pecaminoso y, con ello, el egoísmo. Así, en efecto, el discípulo del Yoga siempre se ocupa de sí mismo. Él gira como en un círculo siempre alrededor de sí mismo como el centro, y se vuelve siempre más incapacitado para la comunidad. Por eso esta presunta redención de sí mismo es un error. Y si esto debe efectuarse por las fuerzas que entran del universo en el hombre, es de importancia decisiva: No existen fuerzas neutrales, como muchos que se adhieren despreocupados al Yoga, opinan. Detrás de cada fuerza que entra, hay más bien una personalidad espiritual, una divinidad. Pero la cuestión es: ¿Cuál? Jesús afirma ser el Hijo de Dios que viene de arriba. Pero también existe el adversario de Dios, un poderoso Anti-Dios que es de abajo, que también invade con sus fuerzas al hombre y puede darle capacidades determinadas.

(Juan 8: 23)= Y les dijo: Vosotros sois de abajo, yo soy de arriba; vosotros sois de este mundo, yo no soy de este mundo.

¿De dónde entran, entonces, las fuerzas en el Yoga hindú, en los discípulos de esta doctrina? ¿Y con quien se unen al haber conseguido el fin de los ejercicios del Yoga, al haber llegado a ser un Semi-Dios, un Superhombre? Como hemos dicho ya: en el Yoga ser reciben en último término las fuerzas del alma mundial hindú, del Brahman. Esto no puede ser de otra manera, porque los Yoguis viven en la tradición hindú. Ellos creen por una parte en sí mismos como dioses, pero por otra parte todavía tienen diferentes divinidades personales como Krishna, Shiva. Con estos dioses deben ponerse en comunicación los discípulos del Yoga; se les lleva por la fuerza a aceptarlos. Pero esto significa que se trata de una comunicación con lo demoníaco, porque el apóstol Pablo dice con miras a los sacrificios a los ídolos “los gentiles...sacrifican a los demonios y no a Dios”.

(1 Corintios 10: 20)= Antes digo que lo que los gentiles sacrifican, a los demonios lo sacrifican, y no a Dios; y no quiero que vosotros os hagáis partícipes con los demonios.

Quien practica intensamente el Yoga, caerá irremediablemente bajo la influencia de Satanás, por este fondo tenebroso que lleva el Yoga en sí, aunque sea muchas veces imperceptiblemente. Por la influencia de fuerzas del universo (Que no son otra cosa sino las fuerzas de dioses paganos) el hombre se expone al peligro de caer bajo el poder de abajo, aún si cree practicar “Yoga cristiano”. Y al final, el discípulo del Yoga pasa del reino del reino de Jesús, reino de la luz, al reino de las tinieblas, lo que uno nota de ordinario cuando ya es demasiado tarde. Pero este paso del reino de Dios al reino del demonio, tan decisivo para la eternidad, se realiza según las fuentes espirituales del Yoga.

Que en el Yoga se trata de veras de fuerzas mágicas demuestra ya la práctica del mantra, como ya se ha dicho. Precisamente la meditación trascendental del Maharishi Mahesh Yogui ampliamente difundida, trabaja principalmente con estas “Mantras”. De hecho Maharishi dice a sus adeptos, que sus mantras son de origen hindú, pero no les dice nada acerca de su poder, esto es, sobre las divinidades hindúes identificados en estas fuerzas. En los escritos de sus discípulos en cambio, se mantiene que se trata sólo de “oscilaciones físicas”. Mas tales explicaciones deben encubrir la realidad. Así se cambia el significado de una técnica mágica religiosa, de origen pagana, en una “ciencia de la inteligencia creadora”. El novato no se fija, que la aceptación en esta comunidad es equivalente a una adhesión a la tradición hindú.

El indólogo Ernst Gogler que vive en Basilea, Suiza, escribió alguna vez en el “Kirchenbote” las siguientes observaciones sobre las Mantras: “El encubrimiento de las Mantas delante del público y la ocultación de los poderes que hay detrás de ellas delante de los neófitos, confirman que no se pueden comparar las mantras con una oración o una meditación en el sentido bíblico. Mantas son sílabas mágicas o fórmulas del ocultismo. Ellas se parecen más que nada al “Abraxas” gnóstico o al diagrama Sator-Arepo que se ha mantenido hasta en el “sexto y séptimo libro de Mosis”.

Se hace evidente que las prácticas del Yoga desde sus orígenes tienen que ver en la antigua India con magia y fuerzas ocultas, cuando se sabe que los manuales tradicionales del Yoga prometen a sus adeptos fuerzas sobrenaturales (Siddis) como fenómenos acompañantes del progreso en el camino. Mircea Eliade, el gran conocedor del Yoga, escribe: “Un Yogui en la India ha tenido siempre la fama de ser un Mahasidha, es decir, un poseedor de fuerzas ocultas, un mago. Detrás de esta capacidad están: la fuerza de alcanzar cualquier objeto de cualquier distancia, la voluntad irresistible, dominio sobre los elementos y el cumplimiento de los deseos.” Con estas capacidades los Yoguis hacen los así llamados “milagros”. Así la prensa publicó que en Colonia, un Yogui corrió con los pies desnudos sobre brasas de una temperatura de 1.000 grados C. Y que sus discípulos le siguieron, sin que en sus pies se hubieran notado quemaduras, o que el Yogui hizo parar su corazón durante ocho segundos.

Pero si son los poderes ocultos, a los cuales en el fondo los adeptos del Yoga se abren, jamás pueden traer solución, liberación y armonía, como falsamente prometen en esta doctrina. Satanás es el destructor de toda felicidad, de toda alegría y armonía, de todo lo bueno, y él está detrás de todos los ídolos y dioses y también detrás de las doctrinas secretas hindúes. Con ello quiere que el hombre, con su pecado, caiga bajo su poder para perderlo. Por lo tanto los cristianos creyentes sólo podrán con Jesús luchar contra todo lo oculto y demoníaco, que también a través de esta doctrina del Yoga se acerca a nosotros. Porque Jesucristo ha venido para destruir las obras del demonio y de las tinieblas, tal cual se lo lee en 1 Juan 3:8. Él es el Señor y Vencedor de Satanás y de todos los demonios, de todos los poderes y principados de los espíritus que hay bajo el cielo.

Por tanto, es evidente que no puede existir un “Yoga cristiano”. Y es desconcertante que en los países occidentales muchos usan el método del Yoga bajo vestimentas cristianas: por ejemplo: ponen en lugar de las Mantras, en los ejercicios, palabras cristianas y oraciones como el Padrenuestro y otras. Hasta teólogos hay, que favorecen estos ejercicios y grupos cristianos invitan a tales prácticas, diciendo que esto sería el camino para renovar una vida de oración cansada; que el Yoga sería un camino “neutral” utilizable para fines cristianos. Pero queda bien claro: el punto de partida, el camino y el fin del Yoga y la fe cristiana no solamente se excluyen, sino que el Cristo vivo, con su llamada a seguirle y su meta, y toda palabra de Dios son contrarios a la doctrina, al camino y a la finalidad del Yoga, que en realidad tiene que ver con ocultismo.

Si bien el principal peligro que amenaza, procede de este origen satánico, la misma doctrina de la autoredención está en completa oposición con nuestra fe cristiana. Nosotros, hombres pecadores, jamás tendremos el poder de redimirnos a través de ejercicios físicos y espirituales, por los cuales pensáramos de poder elevarnos siempre más arriba hasta llegar a ser un hombre-Dios. Cada uno que vive de la verdad sabe que dentro de sí mismo no está cautivo su buen yo-original, sino que uno es esclavo de sus pecados y con eso de Satanás, y de esta esclavitud debe ser liberado. El cristiano jamás deseará descubrir su “yo divino” para lograr de esta manera la redención; porque ya ha reconocido su propio ser como malo. Sabe de la realidad del pecado y de la culpa y tiene necesidad de su redentor Jesucristo.

Por eso Jesús se hizo hombre y murió por nosotros en la cruz para redimirnos a nosotros del yo caído, sede de todo el mal, del egoísmo, de la soberbia y de toda concupiscencia. Por su sangre derramada y su acción redentora según la palabra “Todo está cumplido” son vencidos el pecado y Satanás. Cuando esta fe, nuestro hombre viejo es dado a la muerte en Cristo, surge el hombre nuevo, el yo redimido. Sólo Jesús, el Hijo de Dios, tiene el poder de crearlo en nosotros. Para un verdadero cristiano Jesús es el gran Tú de su vida. Con Él vive, a Él sigue hasta la meta para estar con Él en Su reino para siempre.

Quien verdaderamente ama a Jesús, el Cordero de Dios, como a su Redentor y tiene una relación personal con Él, no puede tomar parte en ejercicios detrás de los cuales están místicas doctrinas secretas y fórmulas mágicas. Jamás se volverá a fuerzas desconocidas del universo y a divinidades extrañas por medio de ejercicios del Yoga, para aprender el arte de vaciar el mundo de sus pensamientos. Sus pensamientos ya están dirigidos a Jesucristo y se ocupan de Él y de la palabra de Dios en el silencio. No tiene necesidad de practicar en el yoga la exclusión de todas las funciones del alma, porque al contrario, su alma quiere ser viva y amar a Jesús y con Él a los hombres y a todo lo creado por Dios, pero siempre amando a Jesús sobre todas las cosas.

Y quien piensa que tiene que liberar lo divino aprisionado dentro de sí abriendo su alma a todas las fuerzas que vienen de abajo, justamente de esta manera llegará a ser prisionero del pecado. He aquí el por qué un cristiano que obra de tal modo tiene que atribuirse a sí mismo la culpa, si llega a caer, bajo la influencia de tales poderes. En lo referente al Yoga, un cristiano, hoy, puede escoger sólo entre Cristo y Belial, porque la posibilidad de combinar el Yoga con la fe cristiana, no existe. Lo mismo vale también para el Zen, la doctrina correspondiente japonesa, que proviene del budismo y también se difunde mucho en el occidente. Una tal mezcla es un sincretismo. La Sagrada Escritura muestra en innumerables ejemplos en los cuales Dios ha castigado severamente al pueblo del Antiguo Testamento, cuando este había querido unir al Dios vivo con los ídolos, es decir, con los demonios de otras religiones. Porque esto era sobre todo su pecado, no una pura idolatría.

No se puede de ninguna manera disculparlo citando a favor del Yoga, por ejemplo, este argumento: un Dios justo no puede excluir de la salvación eterna a un budista, un hindú o un miembro de otras religiones que buscan con sinceridad su salvación, y por lo tanto se puede caminar también este “otro camino”. El error de este argumento es el siguiente: es verdad que la gracia de Dios no tiene límites, pero hay una diferencia capital entre los que han recibido la Revelación del Hijo de Dios, Jesucristo, y aquellos que no la han escuchado todavía. Para nosotros, los cristianos, vale esto: “En ningún otro nombre hay salvación y ningún otro nombre debajo del cielo ha sido dado a los hombres, por el cual podemos ser salvos, fuera del nombre de Jesús” Por lo tanto: Yoga es para nosotros, los cristianos, un camino de apostasía que conduce a la perdición; para los paganos puede ser, quizás, al comienzo un camino falso, que el Señor aún puede conducir a la senda verdadera del conocimiento de Jesús.

Por eso Dios nos llama a nosotros, su Pueblo del Nuevo Testamento, que ha sido redimido con el sacrificio de Jesús, con la preciosísima sangre del Cordero, con mayor insistencia que al pueblo de la Antigua Alianza: “¿Hasta cuando andáis vacilantes de un lado a otro?” Y el “¡Ay de vosotros!” nos cae encima, cuando pensamos poder al lado de Jesús correr detrás de dioses y otros ídolos paganos, que la doctrina de los Yoguis y Gurúes nos presenta. Porque nuestra redención ha sido comprada a alto precio.

En fin, el Yoga no es solamente un asunto personal de vida religiosa del individuo, sino, como ha dicho arriba el Yogui Maharishi Mahesh, que presenta un plan de dimensión mundial y quiere ofrecer al mundo la salvación y la felicidad. La práctica del Yoga hoy muestra ya los signos de esta doctrina que desembocará en una iglesia mundial unitaria, separada de Dios, que actualmente se busca de realizar. Desde ahora ya se ven las primeras señales de esta pretendida hermandad mundial, religión mundial de la iglesia anticristiana unitaria, en la cual se unen todas las religiones para crear la nueva ciudadanía mundial.

Jesús, en vista de estas grandes seducciones de hoy, inicio del fin de los tiempos, llama: “¡Venid a mí! ¡Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida! Quien cree en mí tiene Vida Eterna! Si sólo en Él nos será dada la verdadera salvación y la redención del pecado que es nuestra desgracia y perdición. Un día nos esperará Jesús en la gloria celestial, cuando nosotros seremos transfigurados de veras en Él, en su imagen. En aquel día nos invita a habitar eternamente en su Reino. Porque Jesús sólo tiene el único plan mundial válido. En Su plan de salvación está incluida no solamente la perfección del individuo, sino también la renovación del mundo creado por Él y redimido con Su sacrificio, y que, mediante el juicio y la gracia, conducirá a la nueva creación. Pero cada cual que abandona a Jesucristo, y se cambia a otra redención que viene de abajo, es decir del “pozo perforado” del Yoga, encontrará la perdición. Sí, “Todos los que te abandonan quedarán confundidos ... porque han abandonado la fuente de agua viva, el Señor.

jueves, 10 de mayo de 2012

LA DESTRUCCIÓN DEL MATRIMONIO Y LA FAMILIA, CAMINO A LA NUEVA ESCLAVITUD DEL ESTADO SERVIL: Por G. K. Chesterton.

“El tipo de sociedad de la que el matrimonio ha sido siempre el pilar más fuerte es lo que algunas veces se llama sociedad distributiva; la sociedad en la que la mayoría de los ciudadanos tienen una participación mediana de la propiedad, especialmente propiedad en mano. En todas partes del mundo la granja va con la familia y la familia con la granja. A no ser que el grupo doméstico entero se mantenga junto con una especie de lealtad o de patriotismo local, a no ser que la herencia de la propiedad sea lógica y legítima, a no ser que las peleas de la familia se mantengan fuera de los tribunales del oficialismo, la tradición de la propiedad de familia no puede ser trasmitida sin deterioro. De otro lado, el Estado Servil, que es el opuesto del Estado Distributivo, se ha encontrado siempre molesto con esta institución del matrimonio. Es una vieja historia que aquella esclavitud de los negros de “la cabaña del tio tom” tuvo su peor efecto en la destrucción de las familias. La misma historia se cuenta por ambos lados, lo que resulta curioso. Porque los apologistas de los estados de la esclavitud, o al menos, de los estados del Sur, hacen la misma admisión aun en su propia defensa. Si negaban la destrucción de la familia de esclavos era porque negaban que hubiera una familia de esclavos para ser destruida.

El amor libre es el enemigo directo de la libertad. Es el más obvio de todos los sobornos que pueden ser ofrecidos por la esclavitud. En sociedades serviles una cantidad enorme de laxitud sexual puede darse en la práctica, y hasta en la teoría, excepto cuando una u otra vez algún especulador chiflado o algún rico demente tiene el antojo de una casta especial de esclavos como una casta de ganado. Y aun con todo esa locura no durará mucho, porque los lunáticos son minoría entre los que poseen esclavos. La esclavitud atrae a la naturaleza humana con un atractivo mucho más sano y sutil que ése. Es mucho más probable que, tras unos cuanto antojos y modas caprichosas, el nuevo Estado Servil caiga en la resignación amodorrada del viejo Estado Servil, el antiguo reposo pagano en la esclavitud, tal como estaba antes de que la fe cristiana viniera a estorbar y confundir al mundo con los ideales de la libertad y de la caballerosidad. Uno de los inconvenientes de aquel mundo pagano era que, por debajo de un cierto nivel de la sociedad, nadie necesitaba realmente preocuparse en absoluto sobre genealogía o paternidad. Cuando los esclavos empezaron a preservar su dignidad como vírgenes mártires, empezó un mundo nuevo. La cristiandad es la civilización que esos mártires construyeron; y la esclavitud es el regreso del enemigo. Pero de todos los sobornos que la antigua esclavitud pagana puede ofrecer, este relajamiento y lascivia es el más fuerte, y tampoco niego que quienes desean la degradación de la dignidad humana han escogido aquí muy bien sus instrumentos.”

miércoles, 9 de mayo de 2012

¿PARE DE SUFRIR? LA PSEUDO-TEOLOGIA DEL BIENESTAR: Por el Presbítero Roberto Sánchez del Real.

En nuestras ciudades empiezan a abundar –sobre todo en locales amplios que fueron cines o teatros– "iglesias" protestantoides (porque ni a protestantes llegarían según sus practicas y "teologias") que exhiben enormes mantas con la atrayente leyenda PARE DE SUFRIR y un corazón rojo con una paloma incrustada en éste, que remeda la forma del Espíritu Santo. Y hay ‘cultos’ o ‘sesiones de oración’ casi cada dos ó tres horas. Los ‘hermanos’ que están en la puerta –que ‘destilan’ amabilidad y sonrisas, y no como muchos sacerdotes que no tenemos tiempo para la gente, y estamos MUY MUY MUY ocupados– te hablan con un lenguaje que suena a "cristianismo"... en pocas palabras te dicen que El Señor puede solucionar todos tus problemas de dinero o de salud (y esto es cierto, hablando en forma absoluta). Te invitan a alabar a "Jehová" y a entregarle tus necesidades, te dicen que no tienes porque esperar años, para que empieces a disfrutar de sus bendiciones. Según tu necesidad, hay un horario para cada cosa.

Ya en la sesión de alabanza, te incitaran a alabar a Dios, levantando las manos, luego cerrarás tus ojos; después te acribillarán con abundantes citas bíblicas en las que Dios –como si fuera candidato a senador o a presidente– hace cantidad de promesas de prosperidad económica y de salud y felicidad. Luego vienen los abundantes "testimonios".

El método es preparar tu atribulado cerebrito, para hacerte creer que el siguiente paso es algo automático e infalible: darle a Dios, es decir, ofrendar generosamente –claro por medio de ellos que han de ser sus corresponsales financieros en la tierra– para que luego Él te responda con mucha mayor generosidad. ¡Ah! y se te ofrecen –a módicos precios– paños benditos y has de lavarte con un jabón especial –que nada más ellos tienen y que no encuentras en ninguna farmacia– para quedar purificado y estar listo a recibir una lluvia de bendiciones materiales, por supuesto. Y -¡lo mejor de todo!-, si vas a esos servicios nadie te hablará de cosas feas y desagradables como pecado, arrepentimiento, penitencia, confesión o conversión… ¡puras $bendiciones$ directas desde el cielo!
 
Alguien que va por primera vez, claro con mucha fe, puede salir –bajita la mano– con $300.00 pesos menos de su cartera, sin notarlo. Por supuesto que después serán –o podrán ser, porque "Jehová" siempre responde– miles de pesos. La gran mayoría NO REGRESARÁ al descubrir el agua tibia y darse cuenta de que esto es un fraude… pero ya dejó ahí muchos pesos, que sirven para pagar la renta del local –y hasta luego comprarlo– y por supuesto sostener a sus "obispos" (90% brasileiros) y ministros y muchos hermanos, que indefectiblemente darán testimonio de que "cuando eran católicos eran pobres y ahora que se han convertido viven en la abundancia". Si le interesa dejar de ser pobre (y hacerlos ricos a ellos) puede buscar el lugar más cercano... no batallará mucho para encontrar esos "santuarios" de prosperidad y bendición.

¿Efectos de caer en garras de esos cultos? Aparte de que será más pobre, amargado y supersticioso, puede llegar a la conclusión terrible de que Dios no existe, de que la Religión es un negocio y de que usted no necesita de Dios. ¿Le entra?. Puede hasta llegar a desear estar pronto con Dios (vía suicidio, pues se sentirá más frustrado y los pesos que consiguió prestados "para ofrendar" tendrá que pagarlos).

¿Es posible dejar de sufrir mientras se está en esta vida? Por supuesto que no. El gozo y el sufrimiento son parte de esta vida terrena. Pararemos de sufrir cuando estemos en la presencia de Dios, eso si.

A este propósito, ¿Que nos dice el Papa sobre esas pseudo-teologías del bienestar? Encontré esto en su libro “Jesús De Nazareth”:

"El demonio no es tan burdo como para proponernos directamente adorar a Satanás. Nos invita “a ser racionales”."

La tentación esencial es “la adoración del bienestar”.

Para Jesús, adorar al demonio, es rechazar la Cruz, para estar bien, por encima de todo, de la obediencia al Padre, inclusive.

“... interpretar el cristianismo como una receta para el progreso y reconocer el bienestar común como la auténtica finalidad de todas las religiones, también de la cristiana, es la nueva forma de la misma tentación.” (La adoración del bienestar)

CONCLUSIÓN: La "teología" del bienestar y del no sufrimiento –que predican este tipo de sectas– es mucho más $rentable$ y cómoda –aunque resulte un fraude– que la teología de Jesús, que nos invita a la conversión, la generosidad y la responsabilidad.

Si quiere para de sufrir, primero tendrá que hacer de Cristo el centro de su vida, y luego morirse. ¿Se espera, o le urge?

EL MAL MENOR: Apuntes en el Cuaderno de Bitácora.

“Parodiando a monseñor Franceschi, que decía que la peor Cámara era preferible a la mejor camarilla, resulta que hemos llegado a un punto en que tenemos la peor Cámara junto con la peor camarilla, ¡Maldito sea el Mal Menor y el que lo inventó! Jamás votaré más por el Mal Menor, y no votaré más si no es por un Bien Total”.

“En cuanto a mí, no sólo descreo ya en esta farsa sino que estimo ilícito coinquinar con ella; de donde hasta el fin de mi vida votaré -porque hay mul­ta- con un sobre vacío. Y si todos los nacionalistas hicieran lo mismo…
Ya indiqué al comienzo el error del Nacionalismo: es poner los ojos en el poder a corto plazo en vez de ponerlos en la Verdad a largo alcance. Creer que el fin último de la Política sea alcanzar o arrebatar el Poder es un error y una estupidez: es el error de Maquiavelo y la estupidez de los políticos baratos y pueriles que nos están moliendo y perdiendo. No se le puede pedir a un político, pongamos Marcelo Sánchez Sorondo, que aspire al Sufrimiento y a la Derrota (es decir al Martirio); eso es propio del hombre religioso, no del hombre ético; y un buen político es un hombre ético; no se les debe pedir a los nacionalistas que no aspiren a la Victoria; pero es menester pedirles que no pongan su Victoria en la con­secución del Poder -por ejemplo, una embajada- sino en la difusión triunfante de sus ideas -suponiendo que las tengan- .O sea, que puedan [decir] como dijo el héroe na­cionalista que antes nombré, a sus asesinos: “Yo sé por qué muero; y ustedes no saben por qué me matan”, y pu­diera haber añadido: “¡Pero muero para que lo sepan!”. (Castellani, L., Esencia del Liberalismo, Dictio, Bs. As., 1976, pp. 148, 150-151. (Los resaltados son del autor).

Tomado de argentinidad.org.ar

CONTESTANDO A GADAFFI: Por Dardo Juan Calderón.



El texto siguiente salió del cotexto de una disputa interesantísima sobre el fascismo en un blog, lo publico por el contenido, me parecieron muy interesantes las reflexiones sobre la política.

"El estimado Gadaffi, al que le deberían gustar mas los camellos que el wisky, es partidario de un solo orden que se logre a patadas en el culo.


La distinción entre un orden natural y otro sobrenatural no es invento de Maritain, sino de Dios y expresada concretamente en la revelación de Cristo "mi Reino no es de este mundo".


Sin lugar a dudas para mantener el orden natural hacen falta dar patadas en el culo desde que Adan mordió la manzana, es el imperio del Hierro, pero no funciona el mismo esquema para un Reino cuyo acceso es por la Gracia y mediante las virtudes teologales.


Nadie va al cielo a patadas en el culo. Su venerada mujer no sólo se va a cansar de darlas, sino que en poco tiempo ya no van a doler, y si sus hijos no comienzan rápidamente a superar la ley por una conciencia justa en pos de un orden trascendente, el resultado será fatal. Es el imperio de la arcilla.


El orden natural tiene sus leyes y el sobrenatural las suyas.


Dimas estaba bien condenado por la Ley natural y estaba salvado en el orden sobrenatural; de inversa proporción sufrian los fariseos.


La política es la ciencia práctica que pretende llevar al hombre al respeto del orden natural roto por el pecado y en pos de un bien común.


En esta tarea debe aplicar el rigor y el hierro de la ley para obtener un sociedad medianamente vivible, y no más que eso, debe saber que nunca podrá establecer una sociedad perfecta.


Nuestra sujeción al orden natural es necesaria, no contractual, y lo social, el bien del grupo, se hace primordial. La religión pertenece a otro orden, este si contractual, en donde el hombre otorga su libre adhesión para la obtención de un destino individual que excede su naturaleza, es sobrenatural.


Ambos órdenes, rigen al hombre en el paso por esta vida y esta vida no es otra cosa que el drama de ese equilibrio inestable entre la arcilla y el hierro.


Maritain desequilibra el asunto aplicando a lo político lo que corresponde a lo sobrenatural y con ello destruye el orden civil, y el amigo Gadaffi hace lo contrario, aplica la ley del hierro, propia del orden natural, a un orden donde impera la dulzura del "anárquico" sermón de la montaña.


El tema está especialmente tratado en el libro de mi viejo "La Arcilla y el Hierro", el que recomiendo a Gadaffi (si es que se encuentra el mismo en el Valhalla), pero sintetizando, el error del comentarista es el creer que la política puede "salvar" al hombre.


No y no. La política sólo puede construir una ciudad más o menos justa y buena y debe, a partir de ello, crear la situación espiritual adecuada para que el hombre trascienda en su libertad este orden, con la asistencia de la gracia santificante. El político debe llegar hasta el atrio.


Es el mismo error de los fascismos. El fin del hombre es sobrentural, y a él se accede no por respetar el orden natural, sino por trascenderlo (previo respetarlo) accediendo a un nuevo orden donde la sociedad no es más la sociedad civil, sino la Iglesia.


El gran mal de la política es usurpar esta función que es de la Religión, y el gran mal de la Iglesia es amilanarse frente al poder político y creer que de él vienen las soluciones. La posibilidad de "armonizar" estos órdenes, en un delicado equilibrio que implique subordinación de uno a otro (el natural al sobrenatural) en cuanto a los fines, pero no el regimiento de las mismas leyes en uno que en el otro, es el desafio Cristiano.


Si en este proceso la Iglesia se inclina y deja de reclamar su jurisdicción primordial, no puede ser suplida por el Estado, simplemente se cierra el Cielo.


Tampoco puede suplir al Estado en su función propia y mucho menos regirse por criterios políticos. Pilatos creia que él podia salvar a Cristo.


Cristo nunca puso en duda la autoridad de Pilatos. En suma, la distinción de los órdenes es primordial para un entendimiento de la doctrina católica, el comentarista yerra al creer que el orden sobrenatural es un seguimiento "natural" del orden natural, y no un salto trascendente y misterioso a algo totalmente distinto y en gran medida incomprensible e inabarcable al que se accede por el don gratuito de la gracia y que sí apunta a una sociedad perfecta metahistórica. "Yo todo lo hago nuevo" y con ello todo el orden romano crujía ante la nueva exigencia de un hombre creado para el Cielo y no sólo para el orden.


Nietsche no estaba tan errado, sólo que no comprendia la "novedad".


Estos neopaganismos de derecha caen en el mismo error. Pensar que una sociedad ordenada en criterios naturales correctos tiene necesariamente que desembocar en la Fe, es una utopía y en gran medida una blasfemia, es decir que Dios condenó inutilmente a su Hijo a la Pasión por un asunto que bien podía arreglar Constantino o Clodoveo.


Mi hijo Tato me hizo ver que esta reflexión es la que gira en la película El Arbol de la Vida; naturaleza y gracia, sus tensiones y sus armonias.


La grandeza de Dios y la pequeñez del hombre. El hombre que cree comprender el orden natural y sin embargo aún en este mismo se le escapa la inmensidad del sentido de la creación. Ni que hablar frente al orden sobrenatural. De la infinita distancia del orden que podemos concebir nosotros frente al que Dios puede darnos y efectivamente va a darnos allende la historia. Donde además de ver su realidad inefable, recién vamos a comprender la magnitud ignorada del orden natural, al que creemos abarcar con nuestra pequeña cabeza y sobre el que pretendemos haber encontrado fórmulas adecuadas de regimiento.


El fascismo es un corset, un aparato ortopédico que se aplica a un cuerpo que desfallece y ve quebrada su columna vertebral. Pero él no pude "sanar", no puede "liberar" ni del pecado ni del error, sólo puede, como todo aparato ortopédico, sostener malamente un estado de decrepitud por corto tiempo, provocando sin duda nuevas degeneraciones y retorcimientos como todo aparato ortopédico.


Porque ni siquiera el más capaz e inteligente de los hombres (Aristóteles supongo) pudo sin Cristo, percibir una milésima del plan que rige nuestras existencias."

Tomado de argentinidad.org.ar

jueves, 3 de mayo de 2012

ARTE MODERNO (I Y II): Por Richard Williamson.

Pablo Picasso, “Mujer llorando” (1937).
Dora Maar, una de las amantes del artista.
El arte es el reflejo del espíritu del hombre y de su época, dice Sedlmayr. Y, con mucha razón, aquél “reflejo” se ve, aunque el artista lo ignore o busque ocultarlo. Así, la sociedad actual que viene cayendo en una sistemática apostasía y se aleja cada vez más de Dios, refleja su espíritu plasmándolo en el lienzo de lo que llamamos hoy arte moderno. 
 
El haber visitado el museo “Reina Sofía” en Madrid, museo dedicado al arte moderno, y contemplar de manera patente aquél vacío del alma de los artistas modernos, ha sido una interesante experiencia para constatar dicha afirmación. Tampoco ha que irse hasta Madrid para constatarlo. Simplemente, basta con pasear por los corredores del “Museo Nacional de Bellas Artes” (MNBA de Buenos Aires) en la sección dedicada al arte moderno. De tal manera que, la mayoría de las obras ahí expuestas, reflejan la “armonía que no tiene, y toda armonía señala a Dios”, como dice el autor de estos artículos que publicamos. Como decía G.K. Chesterton: “quitad lo sobrenatural, y no encontraréis lo natural, sino lo antinatural”; o sea que, si quitamos el espíritu que debería tener el buen arte, queda aquél despedazado, desorientado y sin la armonía de lo verdaderamente bello.

Arte moderno I
 
¿Por qué el arte moderno es tan feo? ¿Tiene que ser tan feo? ¿Será que los artistas de la actualidad no pueden hacer algo lindo? Y ¿por qué cuando realizan algo “lindo” se cataloga normalmente como arte de segunda o de tercera clase, sentimental y de algún modo no auténtico? Dichas preguntas recurrentes se formulan por un pintor como Van Gogh, de quien hablamos la semana pasada, un precursor del arte moderno. Estas preguntas tienen respuestas fáciles si Dios y el alma humana son reales. No tienen una respuesta razonable si el Dios espiritual y el alma espiritual son ficción del hombre auto-engañador.
 
Si Dios es, aunque invisible, el real “Padre Todopoderoso, Creador de todas las cosas visibles e invisibles”, por lo tanto Él creó el alma humana invisible, más íntimamente unida en la concepción a un cuerpo visible para constituir a cada ser humano que ha existido o existirá. Su objetivo al crear creaturas con una razón espiritual, y por lo tanto con libre albedrío, es su propia gloria extrínseca (no intrínseca), la cual aumenta con cada ser humano que usa ese libre albedrío para amar y servir a Dios en esta vida así como para merecer a su muerte ser inmensamente feliz con Dios, dándole a Él gloria sin fin en la vida venidera.
 
Y ¿cómo es que el hombre ama y sirve a Dios en esta vida? Obedeciendo sus mandamientos (Juan XV, 10) que constituyen la estructura moral del bien y del mal para todos los actos humanos, una estructura que los hombres pueden desafiar pero no evadir. Si de hecho la desafían, ellos mismos se colocarán más o menos en una desarmonía radical con Dios, con su prójimo y con sí mismos, porque Dios creó ese marco no arbitrariamente sino en perfecta armonía con su propia naturaleza y la naturaleza humana obligada por Él para actuar dentro de él.
 
Ahora el arte podrá ser definido en su sentido más amplio como cualquier confección de materiales (por ejemplo pinturas, palabras, notas musicales, etc.) sobre la cual el hombre hace un esfuerzo especial para comunicar a otros hombres lo que él tiene en su mente y en su corazón. Así es que si la mente y el corazón pertenecen a un alma que en cualquier momento debe estar en armonía, en un mayor o menor grado, con esa estructura moral establecida por Dios para todos sus actos, entonces cualquier producto artístico que proceda de esa alma está obligado a reflejar la armonía objetiva o la desarmonía dentro de este. Y ahora estamos ya en la postura de contestar nuestras preguntas originales.
 
El arte moderno es tan feo porque todas las almas modernas pertenecen a una sociedad mundial que cae día a día más profundamente en la apostasía, de tal manera que un gran e influyente número de estas almas están en guerra con Dios, consciente o inconscientemente. Los productos artísticos de almas inmersas en dicho medio ambiente pueden únicamente reflejar su falta de armonía interna con Dios, con su prójimo y con sí mismos, razón por la cual son feos. Algo genuinamente hermoso podrá aflorar únicamente de alguna armonía genuina que aún permanezca en sus almas. El arte artificialmente “bonito” procede de un anhelo sin armonía de fingir armonía, lo que explica el porqué el efecto será siempre, de alguna manera, falso o sentimental, no auténtico y catalogado como arte de segunda o de tercera.
 
Por otro lado si Dios, y el alma inmortal que viene de Él y que tiene que tender a Él, son meras ficciones, entonces no existe una razón por la cual la belleza no deba ser fea y la fealdad, bella. Esa es la manera de pensar de los artistas modernos, pero desde el momento en que yo reconozco que un artefacto feo de éstos es de hecho feo, estoy reconociendo implícitamente que existe un marco, no suyo, que ellos están desafiando.

Kyrie eleison.

Mons. Richard Williamson, “Comentarios Eleison”, 144 (17 de abril del 2010).
 
Francis Bacon, 
Study after Velazquez's Portrait of Pope Innocent X.
Arte moderno II
 
Por su fealdad misma, el arte moderno indica la existencia y bondad de Dios. Después de tres meses (ver CE 144), permitámonos regresar a esta paradoja en la esperanza de que si cualquier alma admite por sentido común la diferencia entre la belleza y la fealdad en el arte, puede permitirse ver además que si Dios no existiese, dicha diferencia tampoco existiría.
 
La palabra “arte” significa habilidad, o el resultado/producto de la habilidad humana. Puede abarcar las pinturas, dibujos, escultura, la moda en la ropa, la música, la arquitectura, etc. La expresión “arte moderno” usualmente se refiere a pinturas y escultura en particular, creadas desde los inicios de los 1900’s y hasta la fecha por un movimiento de artistas que deliberadamente rechazaban, y aún rechazan, todos los estándares y medidas de hermosura como fue entendida antes del siglo XX. La diferencia entre el arte pre-moderno y moderno es tan real y evidente como la diferencia aquí en Londres entre la clásica Galería Tate en Millbank y el “Tate Modern” (Museo Nacional Británico de Arte Moderno), un museo completamente nuevo, un corto viaje en bote río abajo desde su progenitor en la orilla opuesta del Támesis. Es como si el arte moderno no pueda cohabitar bajo el mismo techo que el arte pre-moderno. Ellos luchan entre sí, tal como las iglesias de estilo clásico lo hacen con la Nueva Misa.
 
Ahora bien, el arte moderno en este sentido se caracteriza por su fealdad. El sentido común está de acuerdo en esto con el líder Comunista Kruschev, de quien se dice que comentó en una exhibición de arte moderno en Rusia, “Un burro podría haberlo hecho mejor con su cola”. ¿Y qué es la fealdad? Falta de armonía. En el libro admirable de Arianna Huffington titulado “Picasso, Creador y Destructor”, ella demostró como cada vez que Picasso se enamoró con otra de sus seis (principales) mujeres, sus pinturas más calmadas reflejaban algo de la belleza natural de ellas, pero tan pronto como dejó de amarlas, su furia hacía trizas esa belleza en “obras maestras” de arte moderno. ¡Este patrón se repite en Picasso con la exactitud de un reloj! Por lo tanto la belleza en el arte viene de la armonía en el alma, aunque sea esta una armonía meramente terrenal, mientras que la fealdad procede de la falta de armonía en el alma, como del odio. Pero la armonía no necesita de la falta de armonía, por el contrario, mientras que la falta de armonía, como lo sugiere la misma palabra, presupone cierta armonía contra la cual está esencialmente librando una batalla. Por lo tanto la armonía precede a la falta de armonía, y cada falta de armonía da testimonio de alguna armonía. Pero más profundamente armonioso que cualquier pintura de mujeres hermosas pueden ser las pinturas de la Madonna, porque la armonía en el alma del artista pintando a la Madre de Dios puede ser mucho más alta y profunda que la armonía inspirada por un simple modelo humano, sin importar cuán bello este sea. ¿Por qué? Porque la belleza de la Madonna se deriva de su cercanía con Dios cuya divina armonía -simplicidad y unidad perfecta- supera infinitamente la armonía humana de las más bellas de las simples creaturas.

Por lo tanto el pobre arte moderno señala la armonía que no tiene, y toda armonía señala a Dios. Por lo tanto, no permitan que la gente recurra a la fealdad de la arquitectura moderna para albergar a la Misa Tridentina. ¡Uno podría adivinar que quien así lo haga, quiere o espera regresar a la falta de armonía de la Misa del Novus Ordo!

Kyrie eleison.

Mons. Richard Williamson, “Comentarios Eleison”, 157 (17 de julio del 2010).

CARTA ABIERTA A HANS KÜNG: Por Vitorrio Messori.

Vittorio Messori
Querido padre Küng:
Usted es sacerdote, se acerca a los setenta años de edad, entró en el seminario cuando era niño, lo conoce todo y a todos en el mundo clerical. Así pues, también usted habrá oído esas historias divertidas que circulan en el milieu, y de las que usted es protagonista. Una, por ejemplo, es la de los cardenales reunidos en cónclave que –al no encontrar entre ellos a nadie bastante "progresista" y, por tanto, capaz de guiar la barca de Pedro hacia "el sol del porvenir"- le envían un emisario a Tubinga para saber si está dispuesto a subir al solio pontificio. Y usted responde: "¿Yo Papa? ¡Es una provocación vaticana! Si fuera papa, dejaría de ser infalible, lo que ahora, como teólogo de vanguardia, soy y quiero seguir siendo..."

Una historia divertida –y ha de admitirlo- que lleva en sí una verdad. Leyendo sus cosas –por lo menos desde hace quince años siempre iguales, pero con un índice de agresividad que a veces se convierte en insulto-, uno tiene realmente la impresión de que usted quiere atribuirse ese carisma de infabilidad que niega a aquel y a aquellos a los que Cristo ha garantizado la asistencia del Espíritu.

Ahora, usted, con sus Tesis sobre el futuro del papado, llega a desear –constato con tristeza- la rápida intervención de la muerte que, al llevarse a Juan Pablo II, libera a la barca de la Iglesia de un "capitán" que está por echarla a pique. Al periodista de Il Corriere della Sera, que le pregunta si desea que el papa dimita, vista su insistencia en un cambio de cúpula en la Iglesia, responde con decisión que no. En efecto, explica que, aunque dimita, pero siga con vida, "este papa [cito textualmente] haría de todo para apoyar un sucesor en el espíritu del wojtylismo y del Opus Dei. Es preciso, por tanto, garantizar que los cardenales puedan elegir un sucesor sin sufrir manipulaciones, guiados únicamente por el Espíritu Santo".

Un Karol Wojtyla vivo sería, pues, "un manipulador", un obstáculo intolerable a la acción del Paráclito: así, que se muera y lo antes posible. Raus! Naturalmente, mi esperanza –y la de todos los que, sea como fuere su fe o su incredulidad, no están cegados por el furor theologorum-, nuestra esperanza, decía, es que hayamos comprendido mal, que usted no quería decir esto, que no quería llegar tan lejos.

Lo espero como hombre y como hermano en la fe. En efecto, a pesar de los insultos que he recibido de usted en la prensa internacional (primero por mi libro-entrevista con el cardenal Joseph Ratzinger, luego por el otro con el papa Juan Pablo II y por la traducción alemana de otros escritos míos), a pesar de las palabras ofensivas que me ha dedicado, he escrito varias veces que, a pesar de todo, tengo por usted un sentimiento de simpatía. En el sentido etimológico del término: "padecer con".

Küng no corre el riesgo de ser "vomitado" por ser "tibio", "ni frío ni caliente", por citar el tercer capítulo del Apocalipsis. Se puede –mejor dicho, creo que se debe, y con firmeza- disentir de la terapia suicida que usted propone para el catolicismo en particular y para el cristianismo en general.

Estoy convencido de que, si precisamente se sigue el rumbo que usted propone, la barca de Pedro se rompería contra los escollos o quedaría desierta, abandonada por los últimos ocupantes. Y, sin embargo, a pesar del tono cada vez más desagradable e intolerante que usa usted, nunca le he negado la buena fe, la lealtad de las intenciones: en usted hay pasión, no "tibieza". Hay (así, por lo menos, nos parece a muchos como yo, a los que usted ha insultado) que sucede a menudo que quien habla demasiado de "diálogo" cree que está libre de practicarlo, hay en sus invectivas un diagnóstico equivocado, pero está también el tormento por la causa de la fe en el mundo de hoy.

Pero justamente éste, padre Küng, me parece que es el punto decisivo: ¿está usted tan seguro de que este mundo está habitado por personas que esperan de la Iglesia lo que usted imagina? Quién, como el que le escribe (permítame una alusión personal en esta carta que quiere ser personal), viene de lejos, que se ha formado –o deformado- no en cerrados ambientes clericales sino en esa cultura ilustrada que tanto le fascina, a duras penas frena una reacción irónica al leer estas "tesis" suyas, presentadas como nuevas y que en cambio se han repetido cien veces.

Profesor, ¿le ha asaltado alguna vez la duda de que se yerra el tiro al buscarle un lugar al cristianismo –a toda costa, incluso con el peligro de deformarlo- en las categorías "modernas" que le obsesionan, pero que muestran su anacronismo con mil señales? Usted es un apologista; y lo digo con solidaridad, aunque para usted este apelativo forma parte de esa categoría "políticamente incorrecto" que le aterroriza. Pero, para quien conoce cómo ver el mundo de la verdad, esta apologética suya parece más adecuada al pasado en el que usted se formó, a los años sesenta conciliares, que levantaron su fama y que marcaron el ápice y al mismo tiempo el comienzo del declive de la modernidad.

Hemos entrado en una tierra desconocida que, a falta de términos mejores, llamamos "posmoderna". El hombre de hoy –ese al que usted se dirige- está cansado y muere de lo que usted quiere proponerle otra vez: desacralización, desmitificación, profanidad, racionalismo, libertinaje, ilustración, socialización, democratización. Busca a tientas –le escandaliza por supuesto, pero no la tome con quien no hace más que describir- Sagrado, Símbolo, Misterio, Tradición, Disciplina, Religión, Autoridad, Milagro, Mística, Gregoriano, Prodigio, Ágeles, Videntes. Y así hasta la saciedad.

El mítico "hombre de hoy" sobre el que usted fantasea (y que, si alguna vez existió, pertenece a una modernidad muerta) no asiste a los debates –sobre todo si los animan teólogos "ilustrados"- y corre a donde se esparcen voces de apariciones: se niega a leer documentos, aunque sean sofisticados, de las infinitas comisiones y grupos de trabajo clericales y escuchan con avidez cuando se les habla de Sábana Santa, Lourdes, Fátima o Medjugorje, de prodigios, de ángeles buenos y malos, incluido el demonio; abandona las parroquias, reducidas a centros "democráticos" de comités y asambleas, con elecciones y organigramas, y llaman a la puerta de carismáticos, gurús, sectas e iglesiuchas donde hallar lo "sagrado" y la "religión", y no sociologías o ideologismos; respeta, tal vez, aunque los abandona a sus asuntos, a sacerdotes y religiosas disfrazados de "gente como las demás", de las que hay gran abundancia, y ansiosamente va a buscar a hombres y mujeres "diferentes", "de Dios". Al padre Pío, para entendernos y por citar a uno que nada sabía de "planes pastorales" ni de "nuevos planteamientos kerigmáticos" y que de las lecciones del profesor Küng poco o nada hubiera entendido; pero, que, justamente por esto, atrajo en su vida a más almas que todas las facultades teológicas juntas en su historia pasada y futura.

Participaba una ve en una fastuosa conferencia de prensa organizada por el grupo de sus editores para presentar su enésimo libro donde –como de costumbre y con su acostumbrada impetuosidad virulenta- pedía para la Iglesia católica lo mismo que sigue pidiendo con estas últimas "tesis" suyas. Sacerdotes casados; mujeres sacerdote; divorciados admitidos en nuevos matrimonios; homosexuales venerados, métodos anticonceptivos libres, aborto aceptado, párrocos, obispos y papas elegidos por todos; cismáticos y herejes puestos como modelos; ateos, agnósticos, paganos acogidos no sólo como hermanos en humanidad sino como maestros de vida y pensamiento de los que aprender todo... En resumen, el acostumbrado rosario de lo "teológicamente correcto". Los mandamientos del nuevo conservador, las "valerosas reformas" del conformista occidental medio.

Perdóneme, pero a duras penas contenía los bostezos. A mi lado le escuchaba con atención un pastor protestante que, al final, tomó la palabra: "Es muy hermoso y edificante, profesor Küng. Tiene usted razón, éstas son las reformas que el catolicismo debería poner en práctica. Pero, dígame: ¿por qué nosotros, los protestantes, tenemos todo lo que usted pide, y desde hace mucho tiempo, y sin embargo, nuestros templos están menos llenos que sus iglesias?"

No sólo usted no respondió a la pregunta, que desde el cielo de las teorías "pastorales", óptimas para los semestres académicos, bajaba a la brutal realidad de los hechos, estos maleducados que no quieren entrar nunca en nuestros esquemas, sino que veo en su artículo de Il Corriere della Sera que sigue impávido: así, el pecado imperdonable de este papa sería sobre todo el "no haber introducido en la Iglesia católica las instancias de la Reforma y de la modernidad".

En cuanto a la "modernidad", ya hemos hecho alusión a algunas cosas. Respecto a la Reforma, ¿es posible que uno como usted, que vive entre Suiza y Alemania, que conoce ese norte de Europa, que se pasó (a menudo por la violencia de los príncipes) al verbo de Lutero, Calvino, Zwinglio, es posible, decía, que no constante el verdadero estado de las Iglesias que antaño estuvieron tan vivas? ¿Es posible que sus viajes por el mundo no le hayan mostrado que el único protestantismo que hoy parece tener futuro es ese protestantismo "enloquecido", agresivo, intolerante hacia todo ecumenismo, representado por miles de sectas y de iglesiuchas?

¿Se pueden proponer hoy para la Iglesia romana –casi como si fueran novedades taumatúrgicas- reformas que la que a sí misma se llama "Reforma" descubrió y adoptó hace cinco siglos y cuyos resultados están a la vista de todos los que sepan leer sin los anteojos de la abstracción? Por poner sólo un ejemplo, este año más de once mil anglicanos de Gran Bretaña han pedido entrar en la Iglesia católica. Dentro de algunos días, el arzobispo de Londres ordenará sacerdotes católicos a muchas decenas de pastores anglicanos. Son hermanos (y hermanas) cuya conversión ha sido provocada por la decisión de la jerarquía anglicana de ordenar a las mujeres. Una decisión que no les ha atraído ningún católico (¡ni ninguna católica!), mientras que se ha provocado un éxodo importante hacia el catolicismo. Profesor Küng, por lo menos en este caso, ¿no son los hechos exactamente lo contrario de lo que afirman sus teorías?

¿Qué me dice, por ejemplo, de esa Holanda que antes del Concilio era quizá el país del mundo con la más ferviente vida católica, que inmediatamente después del Concilio se convirtió en la esperanza y La Meca del progresismo clerical, que llevó a cabo lo que era posible realizar de las reformas que usted invoca, cubriendo de desprecio "la arcaica teología romana", y que en breve tiempo fue reducida a un desierto donde las iglesias que no caen en ruinas las transforman en supermercados, porno-shops o hamburgueserías? Padre Küng, ¿no le ha revelado nunca nadie que si el más católico de los continentes, el latinoamericano, se está pasando rápida y masivamente a las sectas "enloquecidas" que citaba antes o regresa a los cultos afroamericanos es porque busca en esto lo que ya no le da cierto clero católico, que (formado a menudo en la escuelas de sus facultades alemanas) dice que "ha elegido a los pobres", mientras que "los pobres no lo han elegido a él"?

Tal vez usted contraponga otros hechos a los míos. Los examinaré con atención: el único carisma que me atribuyo es el de la fabilidad; creo, sin embargo, que no me equivoco al recordar que –"remontando", como decía el viejo 68 que sólo sigue vivo en la Iglesia como usted nos testimonia- lo que le divide a usted de los que insulta es, a fin y al cabo, la concepción misma de Iglesia. La cual no es un club donde los socios pueden cambiarla a su gusto el estatuto para "adaptarlos a los tiempos", no es un círculo de lectores del mismo viejo Libro, donde cada uno defiende su interpretación: no es ni siquiera una asamblea donde el "en mi opinión" de cada uno tiene el mismo valor que el de los demás. Este papa al que (repito: espero que su pensamiento haya sido malentendido) usted parece desear una muerte liberadora, no es un amo sino un siervo y administrador de una Escritura y una Tradición que no son suyas, al igual que no lo son de ningún hombre. Me detengo inmediatamente porque me sentiría algo ridículo si fuera más allá de la simple alusión al problema con quien, como usted, conoce mucho mejor que yo no sólo la eclesiología católica, sino también la comparada.

Y, precisamente porque la conoce –y tan bien-, permítame decirle que la Iglesias institucional, de los hombres de Iglesia, veo todos los límites, todos los defectos (que son también los míos: como todo bautizado, ¿acaso no soy yo también "la Iglesia"?); que conozco y apruebo la vieja sentencia sobre la Ecclesia semper reformanda; que estoy tan lejos de todo tipo de triunfalismo que soy sospechoso para muchos que sospechan también de usted.

Y, sin embargo, tal vez precisamente porque no he nacido en esta vieja Iglesia, en ella he hallado –experimentando su vida concreta- un lugar de humanidad, libertad, sabiduría y esperanza que en vano había buscado en otras partes. También –y sobre todo- en esa "modernidad" que le obsesiona y que usted quisiera imponernos y cuya salida buscan los hombres a tientas para no morir asfixiados.

Sepa perdonarme, profesor Küng, respeto sus "nuevos paradigmas" que he meditado en tantos libros suyos, pero –por lo que me atañe- se los dejo con gusto. Si a la fuerza debo equivocarme, más que en su compañía, prefiero hacerlo en compañía de esos muchos para los cuales ese papa "polaco" –como lo llama- no es una carga sino un don; no es un amo contra el que rebelarse sino un padre; no es el presidente de un club sino el sucesor de Pedro en la dirección de una Iglesia que, por la fe, no es sólo ni en primer lugar "el Vaticano" sino que es el Cuerpo mismo de Cristo.

¿Periodista de corte? ¿Diletante y autodidacta de la teología? ¿Laico abusivo entre los clérigos "conocedores"? Quizá también esta vez me lo gritará desde sus periódicos. En cualquier caso, aquí tiene un hermano que, aunque alérgico a toda retórica, le confirma su estima y se siente solidario –malgré tout- con su, si bien trastocada, pasión apologética y misionera en un mundo que no soporta a quienes como nosotros son sospechosos de "tomarse demasiado en serio" la causa del Evangelio."



Vittorio Messori es periodista. Autor de varios libros, entre los que destacan: los libros-entrevista con Juan Pablo II Cruzando el umbral de la esperanza, y con el cardenal Joseph Ratzinger Informe sobre la fe. Así como libros de investigación como Dicen que ha resucitado. Una investigación sobre el sepulcro vacío, así como Opus Dei. Una investigación, entre otros libros traducidos a varios idiomas. El presente texto está tomado del libro Los desafíos del católico, Editorial Planeta Testimonio, Madrid, 2001. pp. 154 a 163.