"No he de callar por más que con el dedo, ya tocando la boca o ya la frente, silencio avises o amenaces miedo." Don Francisco de Quevedo.

BARRA DE BUSQUEDA

lunes, 11 de marzo de 2013

EL MITO DE LA EVOLUCIÓN: Por José Luis Ortíz del Valle Valdivieso.



CONTRADICCIONES INSOLUBLES DE LA HIPÓTESIS EVOLUCIONISTA

PRÓLOGO

La hipótesis evolucionista se hunde, hace agua por todas partes, pero es tema recurrente en publicaciones frívolas cuando éstas quieren entreverar algo “científico”. Ciertos enlatados de televisión y de literatura seudocientíficos dan por sentado el Evolucionismo. Todavía se consiguen en nuestro subdesarrollo cultural, profesores de enseñanza media y aun universitaria que muy frescos comulgan a sus indefensos alumnos con el “dogma” de la Evolución.

Por ello es necesario dar a conocer al gran público cuál es, ante la ciencia de nuestros días, el peso real de la hipótesis evolucionista, esa especie de ciencia-ficción sobre el pasado prehistórico. Ahora, más que en años atrás, calificados hombres de ciencia de varias disciplinas se hallan convencidos de que la hipótesis de la evolución de las especies o macroevolución no sólo no se ha demostrado sino que contradice los conocimientos científicos más avanzados.

Siendo una simple hipótesis y al mismo tiempo un mar de contradicciones insolubles, el evolucionismo subsiste en niveles de enseñanza media y superior y se impone como un dogma por obra de la desinformación y la contrainformación, especialmente marxista, cuya falta de honestidad intelectual es bien sabida. Los argumentos contrarios son casi en su totalidad desconocidos; unos pocos escritores católicos y algunos protestantes, han tratado de romper esa “cortina de silencio” para dar a conocer lo que auténticos hombres de ciencia han encontrado como refutación del mito evolucionista.

Desde luego la labor no es fácil porque, como anota HUGUES KERALY (escritor francés contemporáneo), “el mito de la evolución de las especies sigue un destino paralelo al de la ideología comunista: tanto en uno como en otro caso, jamás la historia de las ideas había engendrado doctrinas tan sacrílegas, tan inhumanas, tan hediondas, pero que hayan progresado en el mundo con tanta facilidad.” “Stultorum infinitus est numerus.” (“El número de los tontos es infinito.”)

Entre los más activos desmitificadores del Evolucionismo debe ser mencionado A. ERNST WILDER SMITH. Su calificación como hombre de ciencia y por ende de cultura, está por encima de toda discusión. Como profesor universitario ha dictado cátedras en universidades europeas, asiáticas y americanas. Por esa alta calificación le han sido encomendadas también importantes misiones fuera del ambiente académico: por diez años ha dirigido el departamento de investigación de una importante industria química suiza y ha sido consejero de la OTAN en Europa para asuntos químicos. WILDER SMITH ha afrontado en numerosos libros y publicaciones los fenómenos de la aparición de la vida sobre la tierra. En su obra “DIE NATURWISSECHAFTEN KENNEN KEINE EVOLUTION” (“LAS CIENCIAS NATURALES NO CONOCEN LA EVOLUCION”), WILDER SMITH sienta cuatro conquistas de la ciencia que refutan la Evolución:

a) La información genética celular. La información para la vida está contenida en ácidos nucleicos cuya formación es imposible por pura casualidad.

b) La imposibilidad de que se formen, al azar, proteínas utilizables por estructuras vivas.

c) El amamantamiento de los mamíferos acuáticos, caso en el cual el modelo de una lenta evolución es completamente inadecuado.

d) Los organismos termófilos, que viven entre 60 y 100 grados centígrados, los que encuentran las mejores condiciones de vida a temperaturas que para otros organismos son letales.

e) Por la “datación” (fijación de fechas) que demuestran una considerable estabilidad de las especies.

PRELIMINAR

Es cierto que el tema del Evolucionismo puede ser pesado o aun aburrido para muchos. Sobre todo si el escritor afronta el tema con seriedad científica. Por ello y porque quien escribe este pequeño ensayo no es científico, no está propuesto desarrollar una larga exposición sobre cada uno de los argumentos contra la hipótesis evolucionista y éstos quedarán enunciados como inquietud para quienes deseen profundizar.

Alguien dijo, con gran perspicacia, que la poca ciencia aleja de Dios y que la mucha ciencia acerca a Dios. Cabría agregar que la ignorancia humilde también acerca a Dios.

Ocurre que un auténtico sabio, cuanto más se acerca a la realidad, más encuentra a quien es la Verdad: Dios. Lo peligroso y fatuo es engreírse con pocos conocimientos científicos y creer que éstos permiten colocarse por encima de todo acatamiento a aquello que sobrepasa nuestra pequeñez humana.

Durante muchos años en academias científicas, en universidades y colegios se ha sostenido y enseñado, como si fuera una verdad incontestable, la EVOLUCION DE LAS ESPECIES, con el objeto de descartar toda posibilidad de creación Divina, es decir de desconocer a Dios. Y la publicidad seudo-científica, en este mundo actual que poco gusta de los dogmas, ha coreado y orquestado irónicamente el dogma evolucionista que se vino imponiendo tiránicamente como si se tratara de algo perfectamente establecido por la ciencia.

Pero científicos auténticos, en los últimos años, no atados a una “intelligentzia” que vive de la mitología evolucionista, muestran y confirman las contradicciones insolubles de la “Teoría de la Evolución“, que más que teoría es una mera hipótesis que por momentos se bate en retirada.

El Evolucionismo es refutado, entre otras, por las actuales teorías de la información genética celular, por la imposibilidad de que se formen al azar proteínas utilizables por estructuras vivas y menos en el océano, donde los evolucionistas colocan arbitrariamente el origen de la vida, por el amamantamiento de los mamíferos acuáticos, por los organismos termófilos y por la fijación de fechas (“datación”) que demuestran una considerable estabilidad de las especies.

La “Teoría de la Evolución” sólo subsiste hoy por medio de una propaganda interesada en defender el materialismo o el panteísmo, pero en los medios verdaderamente científicos se afirma: “las ciencias naturales no conocen la evolución“.

En relación con el origen de la vida y sus cuestiones anexas, dos banderas se parten el campo: el reconocimiento de Dios trascendente y creador, por un lado, y la revolución inmanentista, por el otro.

En favor de la revolución inmanentista juega papel de apoyo una ilusión que tiene varios nombres y diversos planteamientos: evolucionismo, transformismo, evolucionismo seudo-cristiano a lo Teilhard de Chardin, evolucionismo idealista, materialismo dialéctico, etc., etc.

Hay un mito evolucionista. Cualquiera que sea la forma que adopte esta falsa doctrina (que trata de explicar nuestro origen de manera revolucionaria y mediante pretendidos dogmas “científicos“, con el propósito preconcebido de tratar de derribar la construcción filosófico-teológica tradicional), ha disfrutado de un favor sin precedentes en los medios de comunicación social.

Lo que a la luz de la verdadera ciencia no es más que ficción, lo que no puede considerarse siquiera como una hipótesis fundada, aquello que mucho menos puede sustentarse como teoría científica seria, ha sido presentado, sinembargo, por una propaganda poderosa, como si fuera doctrina científica comprobada. Cualquier persona que pretende darse tono cientifista (como muchos que se conocen), hace un gesto de suficiencia intelectual y pronuncia la palabraEVOLUCION, pero muy pocas personas se toman el trabajo de investigar seriamente si la pretendida evolución de las especies tiene realmente bases científicas o si es apenas un mito,una ilusión pretendidamente científica.

Casi todas las novedades científicas en el campo teórico suelen ser recibidas con indiferencia o en medio de críticas o incomprensiones. Pero una curiosa excepción ha sido la corriente evolucionista. Ésta contó desde un principio con fanáticos favorecedores que rápidamente se apoderaron de academias, cátedras y medios de comunicación masiva, hasta el punto de que lograron establecer una cortina de silencio para impedir el conocimiento de las conclusiones a que la verdadera ciencia ha llegado y que desenmascaran el engaño evolucionista.

La Evolución, no cabe duda, es una cuestión científico-filosófica-teológica. La idea de evolución fue propuesta por el griego HERÁCLITO (540-480 A.C.) y vino a resurgir con SPENCER, filósofo que tuvo gran influencia en el pensamiento del siglo XIX. La fusión de la filosofía evolucionista con el darvinismo fue lo que dio origen a la doctrina posterior de la Evolución. Decimos “posterior”, porque también hay “evolucionistas cristianos” (?!), como el jesuitaTEILHARD DE CHARDIN, pero se ven en grandes aprietos para conciliar su “fe evolucionista”con la fe cristiana y proponen fantasmagorías que tratan de probar con una terminología seudocientífica alucinante.

Según ha demostrado el filósofo francés ETIENNE GILSON, Darwin fue indiferente a la noción de “evolución” así como Spencer fue indiferente a la idea de “selección natural” de Darwin. Spencer más bien sería lamarkiano. La razón para que se hayan unido las ideas de “evolución” y “selección natural” es religiosa ante todo. Veamos.

Se trataba de hacer (en el siglo XIX) una coalición contra la teología común, la que ligaba las ideas de creación y fixismo.

En sentido estricto el TRANSFORMISMO BIOLÓGICO es la doctrina que trata de explicar la existencia de las especies actuales por la mutación progresiva de las especies más simples, a lo largo de las eras geológicas: de la ameba hasta el hombre, pasando por todas las variedades observables o supuestas (?) de peces, reptiles, mamíferos, primates,… Esta doctrina es tan comúnmente, tan ciegamente admitida que no se tiene reparo en imprimirla en nuestros días en casi todos los manuales escolares, sin acompañarla de las debidas reservas. Ateniéndonos a la definición clásica de TRANSFORMACION, esta es “el cambio de forma, por el cual un ser, dejada la forma que tenía, adquiere otra. Se toma el término transformación como evolución de una forma a otra, aunque propiamente la evolución connota algo interno y cierta gradación de la transformación.” (F.M. Palmes, S.J. “Philosophia naturalis, Cosmologia, et Psichologia”,”Philosophiae Scolasticae Summa II”, B.A.C., 1955)

Algunos pretenden ir más lejos en el uso del argumento transformista y hacen de la evolución biológica la segunda fase de una explicación más general sobre la formación del universo terrestre, con la evolución molecular: la materia inicial, inorgánica, por sí misma se habría organizado lentamente, se habría “complejizado”, para dar un día nacimiento (siempre en virtud de su dinamismo y de sus leyes propias) a los primeros seres vivos. ¡Ahí esta la gran “claridad” evolucionista-transformista!

Ambas doctrinas, el evolucionismo y el transformismo, como se evidencia, no pueden sostenerse sino con argumentos pretendidamente científicos.

La primera tentativa de justificación científica de la evolución se remonta a LAMARK, quien publicó en 1809 un libro con título muy curioso: “La filosofía zoológica“. Lamark parte de una observación, por cierto muy trivial, de que el género de vida impuesto por la naturaleza a una especie dada es, muchas veces, capaz de modificar algunas de sus conformaciones físicas en el sentido de una mejor adaptación al medio ambiente: así, el mono y el hombre de las selvas se adaptan a la marcha a pie descalzo por un endurecimiento de la planta de los pies. Bien. ¿Pero cómo deducir de ahí toda una “Teoría de la Evolución”, es decir, de la adaptación sucesiva y progresiva de especies nuevas, de órganos nuevos, sin caer en lo imaginario, pura y simplemente?

El “medioambiente”, a menos de hacer de éste una especie de “Genio lúcido y omnipotente” (lo que no sería muy científico), no crea en realidad más órganos de los que destruye. El “medioambiente” favorece indirectamente el desarrollo de ciertas especies EXISTENTES en detrimento de algunas otras menos bien provistas y esto es todo cuanto puede concluirse honestamente sobre el asunto. Hay otra dificultad, que no es de las menores. El lamarkismo y sus variantes suponen que SON HEREDITARIOS TODOS LOS CARACTERES ADQUIRIDOS. Imaginan que, en un instante, la influencia del medioambiente ha sido capaz de crear nuevos órganos en algunos individuos. Ahora bien, “resulta que, después de 100 años de experimentación, se ha comprobado que los caracteres adquiridos por el individuo bajo la influencia del medioambiente no se trasmiten a la descendencia“. (GEORGES SALET, “Hassard et certitude”). Esta experiencia concuerda con los descubrimientos acerca del ADN (ácido desoxirribonucleico: es uno de los cuales depende la transmisión de la información genética):la inmutabilidad de los caracteres genéticos esenciales de cada especie. Lo que explica esa particularidad, trivial en apariencia solamente, de que los conejos engendran siempre conejos y los ratones siempre ratones, particularidad que determina también en el ser humano la imposibilidad de recibir transfusión sanguínea de otro animal.

ENSAYO

Formulación del problema

Durante muchos años se sostuvo y enseñó, como si fuera una verdad incontestable, la evolución de las especies, con el objeto de rechazar la intervención trascendente y creadora de Dios.

Posición frente al problema

En los últimos años, científicos auténticos no atados a la mitología evolucionista, muestran y confirman las profundas contradicciones de la hipótesis evolucionista que ahora se bate en retirada. En este sentido es de destacar la obra ya mencionada aparecida en 1978 y publicada en alemán por A. ERNST WILDER SMITH con el título “LAS CIENCIAS NATURALES NO CONOCEN LA EVOLUCION“, obra en la que se presentan contundentes argumentos experimentales y teóricos contra la hipótesis de la evolución.

Presentación de las pruebas

El Evolucionismo es refutado hoy por las actuales conquistas de la ciencia, entre otras las siguientes:

a) La información genética celular;

b) La imposibilidad de que se formen al azar proteínas utilizables por estructuras vivas y menos en el océano donde los evolucionistas colocan arbitrariamente el origen de la vida;

c) Por el amamantamiento de los mamíferos acuáticos;

d) Por los organismos termófilos;

e) Por la “datación” (fijación de fechas) que demuestran una considerable estabilidad de las especies.

Explicación de las pruebas

La información genética celular.

“La vida está constituida por un sistema binario en el que la información se halla contenida en los ácidos nucleicos que la transmiten a las proteínas; éstas, a su vez, explican todas las funciones dentro del organismo, comprendida la de reconstruir, en el momento de la reproducción, los ácidos nucleicos respetando su estructura.” (Giorgio Morpurgo)

La información para la vida está contenida en ácidos nucleicos que, según la hipótesis evolucionista, se habrían formado por pura casualidad. WILDER SMITH critica esta hipótesis basándose en las modernas teorías de la información. Sus argumentaciones son a menudo complicadas y presuponen conocimientos específicos. Algunos ejemplos, con todo, son significativos y fáciles de comprender.

Golpeando al acaso sobre el teclado de una máquina de escribir es posible que en un cierto momento aparezca escrita una palabra que tenga sentido, por ejemplo “pani” (en italiano: “pan”). En este punto se podría tener la apariencia de que el acaso ha creado información. Pero si el experimento fuese presenciado por personas que no conocen el italiano, estos permanecerían perplejos, porque para ellos la palabra “pani” no significa absolutamente nada. Pero si allí estuviese un polaco, éste podría quedar estupefacto ante el experimento, ya que “pani” en polaco significa “señora”. Este ejemplo muestra claramente como la transmisión de una información necesita de un código y de una convención preexistentes. La sucesión de los ácidos nucleicos provee el sustrato de la información, tal como la sucesión de las letras provee el sustrato de la palabra, pero el significado de la palabra depende de un código y, según sea el código, una secuencia puede tener ningún o diferentes significados.

Además es necesaria la existencia de un sistema capaz de leer, interpretar y eventualmente poner en práctica las informaciones codificadas en la secuencia de los ácidos nucleicos, es decir “una relación entre los ácidos nucleicos y la formación de proteínas especificas, por lo que en este punto no es fácil encontrar una solución al problema“, como se ve obligado a admitir el conocido evolucionista GIORGIO MORPURGO.

Un postulado de la evolución está constituido por la mutación, de tal manera que, por errores de transcripción del patrimonio genético de las células, se tendría, en algunos casos, la formación de seres vivientes, adaptados mejor al ambiente que los originarios. También esta concepción contradice, según WILDER SMITH, las actuales teorías de la información genética, según las cuales de un error en la transmisión de una información genética brota un aumento de información. Es como admitir que haciendo copiar indefinido número de veces el esquema de un radio, llegue a ser cometida una serie de errores (mutaciones). Los radios construidos con base en estos esquemas “cambiados” serían en algunos casos enteramente mejores que los construidos según el esquema original y tendrían mayor éxito en el mercado (selección). Por una serie de errores de copia (mutaciones) y por la situación del mercado (otra selección) se desarrollarían radios cada vez más complejos y obviamente, después de un congruo número de errores, ¡saldría un televisor completo!

¡Esta es la asombrosa “lógica” evolucionista!

La imposibilidad de que se formen al azar proteínas utilizables por estructuras vivas.

Las proteínas son gruesas moléculas formadas por largas cadenas de aminoácidos. Estas cadenas no son casuales, sino que la secuencia de aminoácidos, la longitud y la forma son del todo específicas y confieren individualidad a cada ser o especie viviente. Según la posición evolucionista, sobre la tierra se habrían formado por casualidad aminoácidos que se habrían acumulado, en solución en el océano, y de la síntesis casual de más aminoácidos se habrían formado las primeras proteínas.

En la naturaleza, dentro de condiciones particulares, se pueden formar espontáneamente aminoácidos y se puede admitir que se han formado sobre la tierra antes de la aparición de seres vivos.

Pero aquí surge una dificultad: los aminoácidos tienen estructura tridimensional y tienen como centro un átomo de carbono. En todo aminoácido existen dos formas simétricas que, con base en características particulares llegan a definirse como dextrógiros o levógiros. Estas formas simétricas tienen, en parte, las mismas características pero, en ciertas reacciones o estructuras, es utilizable sólo la forma levógira o la forma dextrógira. Los aminoácidos que se forman espontáneamente son en un cincuenta por ciento dextrógiros y en un cincuenta por ciento levógiros, mientras las cadenas proteicas de los seres vivientes utilizan exclusivamente formas levógiras. Este hecho constituye una dificultad insalvable para la hipótesis evolucionista: las proteínas se constituyen con decenas o centenas de aminoácidos y basta la inserción de un solo aminoácido dextrógiro para hacer la cadena proteica inutilizable para la vida.

¿Cómo puede pretenderse que, en una solución que contiene en igual cantidad formas dextrógiras y levógiras, se formen por síntesis casual cadenas de sólo amino ácidos levógiros?

Los evolucionistas han buscado en vano dar una respuesta satisfactoria a esta pregunta.

Por lo que respecta a la síntesis de las cadenas proteicas, ahí hay otra dificultad. Las reacciones químicas no se presentan o desarrollan por casualidad, sino que están sujetas a una serie de leyes: una de éstas es la ley de la acción de la masa. Si de la reacción A + B se originan las sustancias C y D, la reacción puede darse también en sentido inverso, esto es, que de C + D se pueden formar A y B. La dirección de la reacción, o su equilibrio, depende de una serie de factores. En el caso de la síntesis de dos aminoácidos, se tiene la producción de una molécula de agua. Si del sistema donde ocurre la reacción se quita agua, la reacción de síntesis se torna más fácil; si en cambio, en el sistema hay presencia de gran cantidad de agua, los aminoácidos tienden a permanecer en solución. ¿Y dónde hay más agua que en el océano? Los evolucionistas dicen que la síntesis de las grandes moléculas proteicas se presentó precisamente en el océano, no obstante la ley de la acción de la masa.

En este punto WILDER SMITH afirma que “casi el último lugar sobre este planeta, donde las proteínas de la vida se podrían formar espontáneamente de aminoácidos es precisamente el océano. Sinembargo, casi todos los manuales de biología enseñan este error, para justificar la hipótesis evolucionista y la biogénesis espontánea. Se necesita conocer muy mal la química orgánica, o ignorarla a propósito, para no tomar en consideración los hechos mencionados.“

Por el amamantamiento de los mamíferos acuáticos.

Mutaciones y selección estarían en la base de la evolución. Pero en la naturaleza se encuentran enseguida obstáculos insalvables. WILDER SMITH da como ejemplo el amamantamiento de los mamíferos acuáticos: el amamantamiento en el agua comporta una situación completamente diferente de la tierra. En el agua es necesario succionar o recibir la leche sin tomar agua. Nos encontramos en este caso frente a una situación clara: los órganos, o están desde el comienzo perfectamente adaptados al fin y entonces el amamantamiento puede ocurrir aun en el agua, o no lo están, lo que significa la muerte del individuo. En este caso, como en muchos otros, el modelo de una lenta evolución, de una lenta transformación, es completamente inadecuado.

Y a propósito de los mamíferos acuáticos, cabría agregar que siendo de los seres vivientes más antiguos en el planeta, su “evolución” ha sido nula, pues han “alcanzado” (solo algunos) el insignificante desarrollo de los actuales primates. Frente a este ejemplo resulta asombroso observar que al ser humano se le asigna una antigüedad en la tierra muy inferior a la de estos mamíferos acuáticos.

Por los organismos termófilos.

Otro ejemplo está constituido por los organismos termófilos, esto es aquellos organismos que viven entre 60 y 100 grados centígrados. Los organismos termófilos encuentran las mejores condiciones de vida, de desarrollo y de reproducción a temperaturas que para otros organismos son letales, o sea a temperaturas que desnaturalizan las proteínas de otros organismos. La termofilia no depende de un solo gene, sino de varios genes, pues son numerosas las estructuras proteicas que deben estar adaptadas a temperaturas superiores a las de los llamados mesófilos, con respecto a los cuales no es posible admitir la aparición de tales caracteres con la mutación de un solo gen.

Además, tampoco es posible una lenta evolución de organismos cada vez más resistentes al calor, por cuanto estos organismos pueden desarrollarse solamente a temperaturas elevadas. También en el caso de los organismos termófilos, nos encontramos frente a organismos perfectamente adaptados a condiciones de vida muy particulares, para los cuales es imposible admitir la existencia de formas intermedias. Aun en el campo evolucionista se reconoce tal dificultad, como lo hace MORPURGO : “aumentar, por lo tanto, en la evolución la temperatura a que puede vivir un organismo quiere decir aumentar la resistencia al calor de todas las proteínas a un mismo tiempo, porque aumentar la estabilidad en la temperatura de una sola especie molecular es perfectamente inútil. Numerosísimas mutaciones a un mismo tiempo, son prácticamente imposibles.“

Este orden de dificultad ha quedado bien sintetizado por MORPURGO: “¿cómo ha hecho el proceso de selección natural para llevar a la formación de una función que en su estado final es útil o indispensable, pero en sus estados intermedios es inútil o dañosa?“

Por la datación.

Aun considerada la evolución por mutación y selección desde el punto de vista estadístico, es totalmente inverosímil que los teóricos de la evolución se hayan visto obligados a dilatar, casi hasta el infinito, la dimensión tiempo, dando entrada a períodos siempre más largos para el desarrollo de la vida sobre la tierra: ¡como si con este expediente se pudiera hacer posible lo imposible!

Por mucho tiempo los evolucionistas se han servido, para la datación de rocas y de fósiles, de un método absolutamente inaceptable.

Asignada de una manera totalmente arbitraria, determinada edad a cierto fósil, esto les permitía datar o fechar las rocas que lo contenían; a su vez la edad de las rocas, establecida por el método mencionado, servía para establecer la edad de los otros fósiles.

El mismo MONTALENTI admite la escasa cientificidad de este método: “la determinación de la edad de las rocas es motivo de un largo debate dentro de un círculo vicioso“.

Particularmente apropiados para este método parecían ser los fósiles de animales extintos o tenidos por tales. Este fue el caso de la “latimeria”, una especie de pez considerado como extinguido hace cerca de 300 millones de años. Pero recientemente fueron pescados, a lo largo de las costas de Madagascar, ejemplares vivos de “latimeria”. Por lo tanto, todos los datos obtenidos sobre la base de fósiles de latimeria carecen de valor.

Pero existen otros ejemplos que no solo ponen en duda la validez de este método, sino que hacen vacilar además toda la “Teoría de la Evolución“. Según los árboles genealógicos construidos por los evolucionistas, los dinosaurios se habrían extinguido hace por lo menos 70 millones de años, mientras los primeros hombres habrían aparecido, por muy pronto, hace un par de millones de años.

Tras la extinción de los dinosaurios y la aparición del hombre habría, por lo tanto, un intervalo de cerca de 68 a 70 millones de años, por lo cual debería haber sido imposible que un hombre y un dinosaurio se hubieran encontrado, según los evolucionistas.

Hace algunos años se hizo un interesante descubrimiento en el lecho de un río de Texas (U.S.A.), en el Paluxi: en una formación de yeso se encontraron improntas sumamente nítidas, de brontosaurio y de hombre. La única explicación posible es que el brontosaurio y el ser humano, que han dejado aquellas improntas, fueron contemporáneos. En efecto, si el yeso se hubiera solidificado después de haber recibido las improntas de brontosaurio y se hubiese vuelto de nuevo blando después de 68 o 70 millones de años, las improntas de brontosaurio se habrían perdido. Lo del río Paluxy es, sin duda, uno de los más significativos pero no el único ejemplo de tal género.

No son raros los encuentros de trazas humanas en estratos geológicos que deberían situarse en períodos muy anteriores a la aparición del hombre sobre la tierra, según los evolucionistas. Pero la “ciencia” oficial ignora tales hallazgos.

Para remontarse a los límites del señalamiento de fechas con fósiles, se utiliza la técnica de los isótopos radioactivos y sobre todo del “carbono 14″, isótopo radioactivo del carbono. En el aire hay presente una cierta cantidad de “carbono 14″ que entra en el organismo por la respiración y se utiliza para construir los tejidos. Después de la muerte, con el cese de la respiración, cesa también la asunción de nuevo “carbono 14″, mientras que el que se halla presente en los tejidos se transforma en carbono no-radioactivo a una velocidad conocida. Conociendo la concentración de “carbono 14″ en los tejidos al momento de la muerte de un organismo y pudiendo medir cuánto hay todavía presente, es posible calcular con cierta aproximación la edad del fósil, aunque no se trata de un método muy confiable por lo que veremos adelante.

WILDER SMITH pone en duda la validez de los resultados obtenidos con esta técnica, que presuponen la continuidad del “carbono 14″ en el aire y por lo tanto en los tejidos. Según WILDER SMITH esto es falso. El “carbono 14″ se forma del bombardeo de átomos de nitrógeno por rayos cósmicos. La intensidad de tal bombardeo, y por lo tanto la concentración de “carbono 14″, depende del campo magnético terrestre: cuanto mayor es el campo magnético, tanto menor es la cantidad de rayos cósmicos que logran penetrar en la atmósfera. Hace apenas poco más de un siglo han estado en capacidad de medir el campo magnético terrestre y en este período el campo magnético ha disminuido considerablemente. Lo que tiene notables consecuencias: si en el pasado el campo magnético terrestre era superior al actual, entonces la concentración de “carbono 14″ en el aire era inferior y por consiguiente la cantidad del isótopo presente en los organismos vivos, para los cuales al momento de la muerte la concentración era inferior a la admitida hoy. Por lo tanto, la baja concentración de “carbono 14″ en los fósiles no puede ser considerada sólo como dependiente de una edad considerable, porque depende también de la menor concentración de “carbono 14″ presente en los tejidos al momento de la muerte. Así, los dinosaurios pueden ser especies mucho más cercanas a nuestra era, de los que nos dicen los evolucionistas.

Estos hechos tienen otra repercusión sobre la hipótesis evolucionista, si se tiene presente el papel que cumplen las radiaciones cósmicas en la aceleración de las mutaciones genéticas. “En los tiempos primitivos, con una escasa radiación cósmica, habrían ocurrido menos mutaciones que en tiempos de más intensa radiación. Si, pues, las mutaciones son la fuente `verdadera` de la evolución darviniana (como se sostiene CASI unánimemente), entonces este tipo de evolución habría sido menos veloz con un fuerte campo magnético terrestre. La Evolución debería haber ocurrido mucho más lentamente en los tiempos prehistóricos con una débil radiación cósmica respecto de hoy con una elevada radiación y frecuentes mutaciones.” (A. ERNST WILDER SMITH)

Y ni siquiera enormes períodos de tiempo alcanzan a explicar algunos fenómenos: si la evolución hubiere acaecido como los evolucionistas se imaginan, deberían encontrarse algunos fósiles de formas intermedias y debería ser posible demostrar la aparición sucesiva de los animales más complejos en varios estratos.

Los fósiles encontrados demuestran lo contrario. “En corto tiempo aparecen prácticamente todos los grandes grupos de animales que viven hoy, así sea con formas diversas de las actuales.“(G. MONTALENTI) Las grandes transformaciones que han llevado a la formación de los grandes grupos de animales hoy existentes, habrían sucedido en corto tiempo y no están documentadas con fósiles, mientras que los fósiles encontrados demuestran mas bien una considerable estabilidad de las especies en el curso de “decenas y centenas de millones de años.“

Conclusión.

La conclusión que planteamos desde el prólogo y el estudio preliminar, es necesario que sea complementada con la invitación a todos los lectores interesados en estos temas a continuar la divulgación e investigación de ellos con el fin de que se rompa, de una vez por todas, elMITO EVOLUCIONISTA implantado por la tirana seudo-científica.

La “Teoría Evolucionista”, como queda demostrado, no solo desconoce todo Principio trascendente y creador sino que se constituye como una gran bofetada a la inteligencia humana, pues desestima que ésta sí puede llegar al conocimiento de la verdad.

Del evolucionismo puede decirse lo que PROUDHON dijo del socialismo: “No es nada, nunca ha sido nada, jamás será nada…” y si se impone a algunos espíritus, es de la misma manera que algunos piensan que el sol gira alrededor de la tierra, cuando contemplan un crepúsculo.

A.M.D.G.

Basado en textos originales de A. Ernst Wilder Smtih y Herman Pavesi. 2006.

No hay comentarios:

Publicar un comentario