"No he de callar por más que con el dedo, ya tocando la boca o ya la frente, silencio avises o amenaces miedo." Don Francisco de Quevedo.

BARRA DE BUSQUEDA

miércoles, 12 de octubre de 2011

12 DE OCTUBRE. DESCUBRIENDO UNA IDENTIDAD, LA HISPANIDAD: Por Sergio Rojas Estrada.

“Y España con el descubrimiento del Nuevo Mundo, abrió el primer ciclo universal de la historia.”[1]

Rememorar esta fecha puede parecer un acto repetitivo y monótono de efeméride. Sin embargo si atendemos al significado profundo e histórico que guarda tal acontecimiento no será un solo rememorar el pasado sino descubrir un sentido intrínseco de éste, encontrar razones: porqués, causas y efectos de los hechos acontecidos. Entrever por medio de la historia el engranaje de acontecimientos (no fortuitos) nos permite aprender del pasado con miras a no cometer los mismos errores de antaño y tratar de recapitular los episodios benignos para lograr una mayor plenitud en la humanidad. Y tal parece que este magno acontecimiento nos puede dar muchas luces (aunque también algunas sombras) respecto a una época en la historia que nos habla de una confluencia de elementos que coadyuvaron a una época de fulgor renacentista (aunque ahora mucho se nos quiera quitar la atención de este lúcido momento o quizá peor aún: que reneguemos de “el descubrimiento” guardando aversión hacia éste episodio de nuestra historia universal). Pero la historia pulcra y el historiador objetivo impiden que caigamos en tantas mentiras repetidas que terminan por convertirse en verdades.

Sólo haré alusión a algunos elementos significativos sobre el Descubrimiento de América pues en pocas líneas es difícil tratar de escudriñar, reflexionar, y poner sobre la mesa este notable episodio.

El Descubrimiento de América se halla entre dos momentos pujantes en la historia de España: le antecedió el término de la Reconquista (religiosa y territorial) Española consumada por los Reyes católicos (un 2 de enero de 1492) tras 8 siglos de dominio musulmán; y le sucede la Conquista de América (un 13 de agosto de 1521) con Don Hernando Cortés (el gran capitán reconocido por la historia universal) enmarcados en el contexto de los pueblos precolombinos existentes en el continente Americano de los cuales algunos sobresalían por su cultura como los mayas, otros por su poderío imperial (los Aztecas); sin embargo nuestros pueblos indígenas no tenían una identidad definida y mucho menos una cohesión cultural, lingüística, racial, religiosa, y en este sentido como nación; situación que distaba de lo que ocurría del otro lado del mar con aquel pueblo ibérico (el Español) en formación.

Hablar del Descubrimiento es hablar de Cristóforo (el que lleva a Cristo) Columbus ó Cristóbal Colón (arquetipo del hombre idealista, soñador, aventurero, héroe) el hombre que de una condición humilde (sin estudios, fortuna, alcurnia) se elevó a las alturas sostenido por una “verdad premonitoria” (de la que ya habían sostenido algunos filósofos, escritores, teólogos, navegantes) que había intuido, y la cual fue sostenida por su audacia y afán perseverante que traía ya desde sus años mozos. En Colón y su obra va personificada toda España, pues aunque fue la obra de un hombre, todo un contexto nos indica el sello de identidad de España en esta obra. Y si tal hazaña era posible que fuese realizada por algún otro pueblo, tal parece que por las condiciones históricas de estos no la hubiesen llevado a cabo como la realizó el pueblo Español, quien providencialmente tuvo la fortuna y responsabilidad de realizar esta gesta, pues España como señalábamos líneas antes, recientemente había padecido un largo periodo en el que había forjado su alma hispano-católica mediante la lucha aparejada de privaciones, austeridad, sufrimiento y amalgamamiento con otros pueblos como los árabes; además de que encarnaba en sí la tradición cultural y raigambre greco-romana y es el pueblo donde se acrisolan las gamas de razas de Europa de tal manera que por este descubrimiento “Nacimos a la civilización de Occidente justo en el mejor momento. Era de nuevo una especie de “plenitud de los tiempos” o de la historia”[2].

Todo lo anterior había contribuido a forjar una España recia y fortalecida para emprender nuevas empresas, y más aún para repuntar más adelante como una gran potencia, como un Imperio, el Imperio más grande que ha habido en la historia de la humanidad con un matiz muy particular de renacimiento humanista cristiano. Y la historia ha confirmado su legado, pues veremos que efectivamente después del Descubrimiento, España tiene su apogeo con su Siglo de Oro logrando una auténtica reforma y síntesis místico-religiosa; creando obras literarias de gran renombre: El Quijote de la Mancha entre otras; estableciendo las bases del Derecho internacional; brillando por sus notables avances en la técnica y la ciencia encausadas en la obra de descubrir y desarrollar la América, estableciendo rutas de navegación y con todo esto aportando las simientes de la era moderna, no en contraposición al humanismo medieval sino más bien como una continuidad transitoria natural.[3]

Y si los últimos años se ha puesto de moda hablar de “globalización”, podemos decir que después de la extensión del cristianismo por el orbe, este es un segundo momento significativo que podemos hablar de una globalización, un momento en el que se logra una cierta unificación física del mundo, en el que se forja una historia universal por la Hispanidad.

Si las anteriores reflexiones históricas tienden a ahondar un poco más desde el horizonte europeo es porque considero que es la parte de nuestra historia que más ignoramos y echamos de menos, y además porque presumo que tenemos mayor conocimiento de la historia de nuestros pueblos precolombinos; y sin los elementos anteriormente acotados pudiese quedar incompleto este “rompecabezas” de nuestra historia o sería más difícil sino imposible de armar.

Notas:

[1]Vasconcelos, José. Breve Historia de México, Compañía Editorial Continental, S.A., 1ª Edic., 17ª Reimpr., México, D.F., 1974.

[2] Jiménez Bonhomme, Manuel. Las Cuatro Carabelas de Colón. Edit. Jus, S.A.de C.V., 1ª Edic., México, D.F.,1991, pág.38.

[3] Cfr. Caturelli, Alberto. EL NUEVO MUNDO, Editores Asociados Mexicanos, S.A.de C.V., México, D.F., 1991. Y Vasconcelos , José Ignacio. OCCIDENTE AMERICANO, México, D.F., 1976, Pág.288-289

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