"No he de callar por más que con el dedo, ya tocando la boca o ya la frente, silencio avises o amenaces miedo." Don Francisco de Quevedo.

BARRA DE BUSQUEDA

sábado, 4 de mayo de 2013

LAS LESBIANAS Y SU HIJO ADOPTIVO, HORMONADO Y CASTRADO: Por Oso Solitario.

Aunque lo parezca, no es el título de una película porno-horror de bajo presupuesto sino la realidad del Occidente actual. Una sociedad que se demuestra capaz de desfondar cualquier límite de degradación y una realidad en la cual con episodios como éste, destinados a repetirse, la degeneración alcanza y supera el límite del horror.


Dos lesbianas adoptan un niño de dos años e inmediatamente le lavan el cerebro a conciencia para que se sienta una niña. El niño en efecto “espontáneamente”les dice que es una niña y con siete años intenta mutilarse los genitales. Después le empiezan a dar hormonas para que no desarrolle su masculinidad y finalmente, ahora que tiene once años le van a someter a una operación de cambio de sexo extirpándole el pene.

Eso sí, las “madres” dejan claro que nunca lo han presionado pero siempre quisieron que fuera una niña. Y al final como era de esperar han conseguido su propósito. Las dos lesbianas odiadoras del varón van a cortar por lo sano – valga el mal gusto del juego de palabras – y quitarse de en medio ese miembro viril cuya presencia en casa tanto les molestaba. Porque esta y no otra es la cuestión.

En efecto es todo demasiado claro y demasiado triste en este auténtico crimen contra la infancia, perpetrado en la persona de un niño inocente y en odio a la masculinidad. En un crescendo de violencia y avasallamiento se le ha robado al niño su identidad sexual; primero a nivel psicológico con el lavado de cerebro, luego a nivel hormonal, y finalmente a nivel físico con la castración.

Pero no debemos fijarnos sólo en el hecho aberrante, que representa sólo la consecuencia lógica de un camino comenzado mucho antes. En efecto no está de más pasar revista a los cómplices, responsables indirectos de violencia.

Y precisamente estos cómplices del crimen son quienes han permitido adoptar niños a parejas de desviados sexuales. Los que legitimaron tales parejas como“matrimonio” y también quienes en primer lugar envenenaron la mente de las personas para que no distinguieran entre normalidad y desviación, entre salud y patología. Sin olvidar la legión de mentecatos que cacarean la palabra "homofobia" cuando alguien se resiste al lavado de cerebro y simplemente distingue entre comportamiento desviado y no desviado.

Y es que no se puede legitimar la desviación y darle derechos al mismo nivel que la normalidad. Porque la anormalidad antes o después revela su carácter, prevarica e intenta imponerse a toda la sociedad. La homosexualidad es una desviación que ha estado siempre presente en el comportamiento humano, y como tal puede ser tolerada pero nunca legitimada. Porque – hablemos claro – cuando se les deja el campo libre se comportan como una serpiente venenosa, que puede ser tolerada cuando está bien sujeta o encerrada, pero en cuando escapa o siente que se afloja la mano que la retiene se revuelve y muerde revelando su verdadero carácter.

Empiezan pidiendo que no se les persiga y terminan persiguiendo a los demás, imponiendo la policía del pensamiento y la tiranía de la corrección política; comienzan haciéndose las víctimas para terminar destruyendo las estructuras del matrimonio y la familia normal – la única que merece tal nombre - de la que están excluidos; empiezan baboseando contra la discriminación que sufren y terminan llenando de hormonas y castrando a un niño de once años, para destruir en su persona la masculinidad que tanto odian.

Esto tiene un nombre. Se llama anormalidad y perversión al poder.

Naturalmente, lo anterior no significa que haya que colgarlos de las grúas como hacen en Irán, pero sí que lo mejor es que se queden dentro de su famoso armario porque ese armario está lleno de monstruos y de veneno; así lo demuestran cada vez que tienen libertad de acción, infaliblemente utilizada como libertad de degradar y de corromper.

Concluyendo ya, me resulta difícil encontrar palabras para calificar el nivel de podredumbre y perversión de una sociedad que impide a los padres educar a sus hijos, que considera “violencia” un simple bofetón para corregir a un niño, y sin embargo no sólo permite, sino que avala y fomenta, formas de violencia contra la infancia tan repugnantes como la comentada en este artículo.

Tomado de El Blog del Oso Solitario: http://lonelybear69.blogspot.com.ar/2013/05/las-lesbianas-y-su-hijo-adoptivo.html

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