"No he de callar por más que con el dedo, ya tocando la boca o ya la frente, silencio avises o amenaces miedo." Don Francisco de Quevedo.

BARRA DE BUSQUEDA

viernes, 29 de marzo de 2013

EVANGELIUM: Joánnem 19, 4-16.

Et exiit iterum Pilatus foras et dicit eis: “ Ecce adduco vobis eum foras, ut cognoscatis quia in eo invenio causam nullam ”. Exiit ergo Iesus foras, portans spineam coronam et purpureum vestimentum. Et dicit eis: “ Ecce homo! ”. Cum ergo vidissent eum pontifices et ministri, clamaverunt dicentes: “ Crucifige, crucifige! ”. Dicit eis Pilatus: “ Accipite eum vos et crucifigite; ego enim non invenio in eo causam ”. Responderunt ei Iudaei: “ Nos legem habemus, et secundum legem debet mori, quia Filium Dei se fecit ”. Cum ergo audisset Pilatus hunc sermonem, magis timuit et ingressus est praetorium iterum et dicit ad Iesum: “ Unde es tu? ”. Iesus autem responsum non dedit ei. Dicit ergo ei Pilatus: “ Mihi non loqueris? Nescis quia potestatem habeo dimittere te et potestatem habeo crucifigere te? ”. Respondit Iesus: “ Non haberes potestatem adversum me ullam, nisi tibi esset datum desuper; propterea, qui tradidit me tibi, maius peccatum habet ”. Exinde quaerebat Pilatus dimittere eum; Iudaei autem clamabant dicentes: “ Si hunc dimittis, non es amicus Caesaris! Omnis, qui se regem facit, contradicit Caesari ”. Pilatus ergo, cum audisset hos sermones, adduxit foras Iesum et sedit pro tribunali in locum, qui dicitur Lithostrotos, Hebraice autem Gabbatha. Erat autem Parasceve Paschae, hora erat quasi sexta. Et dicit Iudaeis: “ Ecce rex vester! ”. Clamaverunt ergo illi: “ Tolle, tolle, crucifige eum! ”. Dicit eis Pilatus: “ Regem vestrum crucifigam? ”. Responderunt pontifices: “ Non habemus regem, nisi Caesarem ”. Tunc ergo tradidit eis illum, ut crucifigeretur. Susceperunt ergo Iesum.

(Pilato volvió a salir y les dijo: «Miren, lo traigo afuera para que sepan que no encuentro en él ningún motivo de condena». Jesús salió, llevando la corona de espinas y el manto rojo. Pilato les dijo: «¡Aquí tienen al hombre!». Cuando los sumos sacerdotes y los guardias lo vieron, gritaron: «¡Crucifícalo! ¡Crucifícalo!». Pilato les dijo: «Tómenlo ustedes y crucifíquenlo. Yo no encuentro en él ningún motivo para condenarlo». Los judíos respondieron: «Nosotros tenemos una Ley, y según esa Ley debe morir porque él pretende ser Hijo de Dios». Al oír estas palabras, Pilato se alarmó más todavía. Volvió a entrar en el pretorio y preguntó a Jesús: «¿De dónde eres tú?». Pero Jesús no lo respondió nada. Pilato le dijo: «¿No quieres hablarme? ¿No sabes que tengo autoridad para soltarte y también para crucificarte?». Jesús le respondió: «Tú no tendrías sobre mí ninguna autoridad, si no la hubieras recibido de lo alto. Por eso, el que me ha entregado a ti ha cometido un pecado más grave». Desde ese momento, Pilato trataba de ponerlo en libertad. Pero los judíos gritaban: «Si lo sueltas, no eres amigo del César, porque el que se hace rey se opone al César». Al oír esto, Pilato sacó afuera a Jesús y lo hizo sentar sobre un estrado, en el lugar llamado «el Empedrado», en hebreo, «Gábata». Era el día de la Preparación de la Pascua, alrededor del mediodía. Pilato dijo a los judíos: «Aquí tienen a su rey». Ellos vociferaban: «¡Que muera! ¡Que muera! ¡Crucifícalo!». Pilato les dijo: «¿Voy a crucificar a su rey?». Los sumos sacerdotes respondieron: «No tenemos otro rey que el César». Entonces Pilato se lo entregó para que lo crucifiquen, y ellos se lo llevaron.)

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